La fruta fresca es el alimento del paraíso. Nos proporciona al mismo tiempo vitaminas, antioxidantes, minerales, fibra y agua orgánica. Ha de ser un elemento fundamental de nuestra dieta y hemos de tomar unas 4 raciones al día.

¿En qué me tengo que fijar al escoger las frutas?

La primavera nos alegra con la nueva temporada de frutas. Además de las fresas, llegan nísperos, albaricoques, cerezas, ciruelas y los primeros melocotones. Son frescas, jugosas y aportan vitamina C y antioxidantes como betacarotenos y antocianinas. Son ideales para tomarlas como tentempié, entre horas y con su propia piel. Por eso es necesario que provengan de cultivo ecológico, sin pesticidas, y que estén bien limpias.  

Para escoger la mejor fruta hemos de conocer sus características y variedades, ya que no exigiremos las mismas propiedades a una fresa que a un albaricoque, o a una cereza que a una picota. Algunas apenas colorean y son dulces y crujientes mientras que otras muestran un color oscuro y tierno cuando están maduras. Lo mismo se puede aplicar a los distintos tipos de ciruelas y melocotones. La mejor manera de aprender a distinguirlas es probando todos los tipos según van llegando.

Siempre la compraremos de temporada, evitando la que fue recogida aún verde y lleva meses en cámaras, o la que procede de la otra punta del mundo. Una buena garantía es recorrer a circuitos de pequeños productores cercanos, con el mínimo de intermediarios posible y que nos certifiquen su procedencia y frescura. Además, es la opción más sostenible ecológica y económicamente.

La forma perfecta de tener acceso a fruta de calidad es plantar frutales de variedades autóctonas. Si no disponemos de terreno para plantar, podemos participar en algún proyecto de huerto vecinal o bien sugerir a nuestro ayuntamiento que plante frutales en las zonas verdes de cada barrio.

Cuando la fruta ha podido madurar en el propio árbol, ofrece una gran sinfonía de sabores y aportará más variedad de vitaminas, azúcares y ácidos orgánicos. Como toda tentación, nos seducirá por los sentidos. Por eso, además de su aspecto y color, es fundamental también observar su aroma, textura, peso y dulzor, sin prisas.

  • El color será el adecuado, ni muy pálido, ni muy subido. La tersura y el brillo de la piel han de ser naturales, no forzados artificialmente con ceras y abrillantadores.
  • Si el color junto al peciolo es de tono verde o blanco, todavía no está en el punto.
  • Cuando el tallo de manzanas y peras está aún verde indica frescura, y si está reseco es que hace tiempo que se ha cosechado, y pueden haber perdido sabor.
  • En algunas frutas, como los cítricos, melones y sandías, el peso nos indica una mayor cantidad de agua y dulzor.
  • Palpar con cuidado indica el grado de firmeza al tacto. Manzanas y peras han de ser firmes, aunque no duras, mientras las ciruelas, los melocotones y otras drupas han de ser ligeramente tiernas.
  • El aroma es un gran indicador, podemos oler las fresas, melocotones, albaricoques y melones para conocer su calidad. Cuando están maduros su aroma es agradable, como de flor, mientras que si están verdes no desprenden olor, y si están demasiado maduros el olor es agrio o como de alcohol.

cómo elegir la fruta com triar la fruita

  • Antes de hacer la compra, podemos pedir permiso para probar las frutillas como fresas, nísperos y cerezas.
  • Cuando la fruta tierna, como las cerezas, tiene hongos o está aguada, significa que se ha pasado de madura y no se puede aprovechar.
  • Evitaremos las frutas con manchas y golpes que muestren un mal trato al recogerlas o transportarlas.
  • La fruta arrugada o reseca indica que hace mucho tiempo que ha sido recogida o que no ha estado debidamente conservada y ha perdido gran parte de sus propiedades. Se aconseja hacer una o dos compras semanales.
  • No es fundamental la homogeneidad de su tamaño, ya que no todos los frutales tienen el mismo calibre, y más grande no siempre es sinónimo de mejor.

Guía para cada fruta:

Fresas: Las fresas maduras en su época son de color rojo intenso, incluso cerca del rabillo, y desprenden una fragancia muy agradable. Las mejores son de tamaño mediano, no grande. La mayoría de fresas envasadas en plástico contienen gases para mantenerlas artificialmente firmes.

Melocotones: El aroma es una buena guía, además de palpar delicadamente que estén tiernos, y que no tengan el hoyo junto al tallo de color verde.  La gama de colores es muy amplia según la variedad. Los de agua son más tempranos que los de viña. Si conservan su pelusa, mejor.

Cerezas: Las mejores son brillantes, carnosas y oscuras, con el rabillo terso y de color verde. Pero también hay variedades blancas y rojas que son excelentes. No han de estar abiertas o rajadas, ni blandas o aguadas, porque significa que están pasadas. A medida que pasan los días desde su recolección pierden tersura.

Albaricoques: Te invitan a comprarlos sus “mejillas” coloreadas, su aroma y una textura tierna. Si son demasiado blanquecinos y duros es que todavía están verdes. Es preferible esperar a que haya entrado la temporada. Es interesante probarlos, porque los hay más y menos dulces.

Nísperos: No maduran una vez arrancados del árbol y han de ser cosechados en el punto justo. La piel será tersa y sin roces, aunque puede tener algunas pecas marrones. La textura será tierna, no dura. El color, anaranjado, los pálidos y verdes pueden ser indigestos. Su sabor es más o menos acidulado, según la variedad.

Ciruelas: Las primeras son amarillas y medianas, luego aparecen las moradas y las últimas son las verdes, tipo reina Claudia. La piel es lisa, sin manchas ni arrugas. De forma natural tienen un aspecto como entelado, no brillante. Desecharemos las que sean muy duras, por estar recogidas antes de madurar, y las que sean muy blandas, por lo contrario.

Autora: Mercedes Blasco. Máster en Nutrición y Salud. Nutricionista vegetariana y filósofa.

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