Los insectos polinizadores son esenciales para el equilibrio ambiental, y pieza clave en la producción de alimentos. Buena parte de las plantas de cultivo, frutos y semillas, que garantizan nuestra alimentación y salud, dependen de insectos que cumplen una función polinizadora como las abejas.

Las abejas siguen desprotegidas ante los insecticidas

Solo refiriéndonos a este servicio esencial de polinización de vegetales comestibles, los expertos calculan que los insectos tienen un valor de producción equivalente a 500.000 millones de dólares anuales a nivel mundial; unos 22.000 millones de euros para la agricultura europea y más de 2.400 millones de euros para la agricultura española. Estas son las cifras que recoge el borrador del Plan de Acción Nacional para la Conservación de los Polinizadores, presentado a exposición pública el pasado mes de febrero por el Ministerio para la Transición Ecológica.

Pese a reconocer que la abeja de la miel (Apis melifera) es un “destacado representante del grupo de los insectos polinizadores, por su importancia para el ser humano, por sus servicios de polinización y por la producción de  miel”, el borrador del Plan de Protección no contempla la prohibición de ninguno de los múltiples productos químicos de síntesis (herbicidas, insecticidas y similares) que el propio plan reconoce que se encuentran entre las causas del declive y elevada mortalidad de este singular tipo de abejas.

El uso de productos químicos en agricultura se considera una de las principales causas del  declive de las abejas en Europa

De momento, si no se modifica el borrador presentado, solo se prohibirán productos químicos peligrosos para las abejas si así lo decide la Unión Europea y otros organismos internacionales competentes, indica el texto elaborado por el ministerio.

Greenpeace ha sido la primera organización ecologista en presentar alegaciones al proyecto de plan de acción de polinizadores. Después de destacar que la propuesta del ministerio es “un gran paso en la dirección correcta”, Greenpeace denuncia que el borrador presentado no establece ninguna prohibición para ninguno de los 300 plaguicidas peligrosos para las abejas con uso registrado en España. “Pese a que el plan reconoce el peligro que los plaguicidas representan para los polinizadores y determina, en sus principios rectores y prioridades, que se tiene que “evitar y reducir el uso de los plaguicidas”, no establece ninguna medida concreta para ello. Las medidas que se proponen sirven única y exclusivamente para mantener la situación tal y como está actualmente”, indica Greenpeace.

Mientras se concretaba la presentación de este borrador, la Asociación Española de Apicultores (AEA) expuso ante la comisión de Agricultura del Congreso de los Diputados la exigencia de “prohibición total de los plaguicidas tóxicos para las abejas”, reiterando las reclamaciones ya expuestas ante el Congreso el octubre de 2018.  En diciembre de 2018, más de un centenar de entidades de apicultores, agricultores y de defensa de la naturaleza presentaron al ministerio de Agricultura una carta en la que pedían que España defendiera la propuesta de la Comisión Europea para mejorar el sistema de evaluación de los riesgos de los plaguicidas para las abejas.

Un problema general y complejo

La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicó en 2014 una actualización de la Lista Roja europea de abejas, analizando el riesgo de extinción de las 1.965 especies de este grupo de insectos en nuestro continente. El estudio indicaba que el 9,2% de las especies de abejas europeas se encontraban amenazadas de extinción y el 7,7% de especies mostraban señales de declive o reducción importante de sus poblaciones.

“El uso de productos químicos en agricultura se considera una de las principales causas del  declive  de  las  abejas en Europa; insecticidas,  herbicidas  y  fertilizantes,  y  su  uso inadecuado, pueden causar la muerte de manera directa o indirecta de polinizadores silvestres o  domésticos,  en  este  último  caso  debido  a  efectos  sub-letales, alteración  de  los  hábitats  y disminución en la disponibilidad de recursos”, indica el borrador del plan de protección.

Las abejas siguen desprotegidas ante los insecticidas

Otras causas principales del declive de las abejas son la pérdida y degradación de hábitats. “La intensificación agrícola, que comporta la ausencia de  diversidad espacial y temporal de flores  silvestres, limita la disponibilidad de alimento y lugares de anidamiento y refugio, lo que afecta al equilibrio de poblaciones de polinizadores, su desarrollo y reproducción”, destaca la propuesta del ministerio.

El cambio climático afecta tanto a los polinizadores silvestres como a la actividad apícola, debido a las divergencias fenológicas y desajustes espaciales entre polinizadores y plantas polinizadas. El aumento de temperaturas y la alteración de las estaciones también incrementan los efectos negativos de los patógenos de las abejas y facilitan la expansión de especies invasoras que compiten con las abejas o depredan a estos insectos valiosos.

Solo se prohibirán productos químicos peligrosos para las abejas si así lo decide la Unión Europea

Por otra parte, el parásito más dañino para las abejas en España es, desde su detección en 1985, la varroa, un pequeño ácaro que provoca la varroasis, enfermedad que debilita y acaba provocando la muerte de las abejas. La nosemosis, provocada por el parásito Nosema apis, es otra de las enfermedades con alta y creciente incidencia en las colmenas de buena parte de España.

Entre las amenazas más recientemente identificadas en nuestro país se encuentra la avispa de origen asiático Vespa velutina, especializada en alimentarse de abejas. Esta avispa de gran tamaño fue localizada por primera vez en España en 2012, procedente del sur de Francia, y en la actualidad está presente en ocho comunidades autónomas, provocando daños importantes en buena parte de las colmenas presentes en la zona norte del país, desde Galicia hasta Catalunya.

Autor: Joaquim Elcacho, Periodista especializado en Medio Ambiente y Ciencia

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