Son innumerables las publicaciones sobre los métodos para ayudar a nuestros hijos a deshacerse de los malditos pañales. En cambio, no se habla casi nunca de la posibilidad de simplemente no poner. La práctica sin pañales llena este vacío con una idea muy simple: escuchar a nuestro hijo, permitiéndole hacer sus necesidades en un lugar higiénico, es decir, en un orinal o en cualquier otro lugar oportuno. El objetivo de esta práctica no es un control de esfínteres precoz, sino tomar conciencia de las necesidades de nuestro hijo desde el nacimiento.

La práctica sin pañales: una alternativa sostenible y respetuosa

Todos los mamíferos procuran hacer sus necesidades “fuera de casa”, incluso cuando todavía no tienen un control de esfínteres plenamente desarrollado. En este sentido, nuestros bebés recién nacidos también muestran signos de inquietud y producen sonidos característicos para avisar de la necesidad de aliviarse. Así pueden evitar ensuciarse a ellos mismos o a su cuidador, lo que en el mundo animal podría atraer a los depredadores. La práctica sin pañales propone una comunicación sobre la eliminación basada en la observación de estas señales.

Aunque pueda parecerlo a primera vista, no se trata de una tendencia nueva. Al contrario, estamos ante el modelo de higiene infantil más popular en gran parte de África y de Asia. Autoras como Ingrid Bauer, Laurie Boucke y Jean Liedloff han escrito sobre sus experiencias con esta práctica a la que también llaman higiene natural infantil. Todas ellas han observado una facilidad para comunicarse sobre sus necesidades en bebés en diversos lugares del mundo y la capacidad de las madres respectivas de escucharlos. Personalmente, conozco el caso de una persona que trabaja en Senegal que me confirmó que las madres con poco poder adquisitivo sólo ponen una tela absorbente los primeros tres meses para proteger el cordón umbilical. Pasado este periodo de tiempo, ya empiezan a utilizar un orinal.

Pero no hay que ir tan lejos. Nuestras abuelas o bisabuelas todavía se acuerdan de un tiempo en que -por pura necesidad- los bebés no llegaban al año llevando pañales (de tela). Simplemente no era sostenible lavar pañales durante un tiempo prolongado de la vida de cada hijo. Mi abuela, en la Alemania de los años 60, crió a sus cuatro hijos así: cuando ya sabían estar sentados, los empezaba a poner en el orinal. De este modo, mi madre llegó a controlar los esfínteres con seguridad alrededor de los 14 meses de vida.

Hace menos de 100 años de la invención de los famosos pañales desechables

Si miramos el desarrollo histórico del pañal, no debería sorprendernos nada de esto: hace menos de 100 años de la invención de los famosos pañales desechables. Actualmente, estimaciones de fuentes diferentes cifran entre 1000 y 2500 € los gastos en pañales infantiles desechables por cada hijo, dependiendo del tiempo y frecuencia de uso. Peor aún, los pañales desechables generalmente no son biodegradables e incluso los pañales de tela, que son reutilizables, generan un gasto importante de energía y recursos. Sobre esta base se puede decir que la práctica sin pañales es la alternativa sostenible a todo tipo de pañal infantil, porque de entrada no genera más residuo que el propio excremento.

La práctica sin pañales: una alternativa sostenible y respetuosa

Hay muchas más ventajas relacionados con la práctica del “sin pañales” que afectan tanto a los bebés como a sus cuidadores. El ahorro económico es una consecuencia evidente para los padres, pero hay otros efectos positivos como por ejemplo el establecimiento de una buena comunicación y la creación de un vínculo y complicidad entre bebé y cuidador. Particularmente, se trata de una manera agradecida para implicar a los cuidadores secundarios a la crianza, porque no requiere la presencia de la madre y se puede establecer una comunicación con cualquier persona dispuesta a escuchar y observar atentamente. Además, fomenta la conexión con la parte más intuitiva, sobre todo en la persona cuidadora principal.

Otros efectos positivos de los que disfrutará el bebé sin pañal son una mejor digestión y la eliminación de dermatitis del pañal. Concretamente, el hecho de ofrecer al bebé una libre evacuación con regularidad ayuda a evitar problemas con gases intestinales. Asimismo, un bebé educado sin pañales tendrá una percepción corporal sana y positiva, porque no hay ninguna frontera física con dos de los puntos centrales de placer: el recto y el órgano sexual. También influirá positivamente que el bebé no deba percibir emociones o caras negativas de los cuidadores a la hora de cambiar el pañal sucio.

La práctica sin pañales es la alternativa sostenible a todo tipo de pañal infantil

Por último, pero por ello no menos importante, queda mencionar la mejora de la libertad de movimiento si dejamos al bebé sin pañal. El efecto positivo es especialmente fácil de ver en dos etapas evolutivas importantes: la primera, cuando el bebé se empieza a girar de la espalda a la barriga y la segunda, cuando empieza a caminar. Aparentemente, el hecho de tener un paquete del pañal entre las piernas frena estos movimientos, mientras un bebé sin pañal los realiza con más facilidad.

Teniendo en cuenta todas estas ventajas, se podría decir que no sólo estamos ante una alternativa sostenible a los pañales, sino también ante una alternativa más respetuosa hacia las necesidades de nuestro hijo. Eso sí, siempre que la práctica no se confunda con una nueva exigencia educativa y se respete el ritmo propio de cada bebé. Por experiencia propia puedo decir que la adaptación a estos cambios individuales es la parte más difícil de la práctica sin pañales, pero a la vez complementa muy bien lo que hoy se define como crianza con apego, además de formar parte de una crianza respetuosa en el marco de la cual el concepto de “a demanda” puede extenderse, por qué no, también a las eliminaciones.

Autora: Alina Moser, lingüista y madre investigando sobre crianza alternativa | sensebolquers.cat

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