Xabier Mendía (Sartaguda 1984), es abogado, gerente y segunda generación de Gumendi (Gumiel y Mendia S.L.), empresa que nació en el año 1992 en Lodosa (Navarra) con la unión de dos agricultores, Pedro Gumiel y Javier Mendía, que producían frutas y hortalizas ecológicas y que crearon un almacén frigorífico para su producción y la de otros agricultores locales.
En aquel momento la producción ecológica y el sector no estaban tan profesionalizados como hoy en día y aquello era todo un reto. Hoy Xabier continúa al frente de Gumendi, uno de los actores más importantes en la producción y distribución de fruta y verdura ecológica en España.
¿Es más fácil producir ecológico ahora que hace 25 años?
Indudablemente. Ahora existen muchos más medios técnicos, hay más conocimientos, más información, existen estructuras comercializadoras…En este sentido se ha avanzado mucho. Cuando comenzó Gumendi la producción ecológica era mínima, apenas había técnicos formados en este tipo de agricultura…Ante la inexistencia de mercados, muchas veces había que vender los productos como convencionales. Todas estas carencias se suplían con la ilusión de que se estaba tomando un camino correcto.
Hoy en día el panorama es completamente distinto en este sentido. Hay mucha especialización en el sector, técnicos muy preparados, la comercialización es mucho más sencilla….
¿Qué papel debería jugar la agroecología para hacer frente a los retos que afrontamos como sociedad?
La agroecología juega un papel fundamental en términos sanitarios y de sostenibilidad ambiental. La producción “convencional” no es sostenible y se debe cambiar la forma de producir si queremos preservar la salud del planeta.
¿Qué proyectos estáis desarrollando para proteger variedades locales autóctonas?
Desde Gumendi llevamos años trabajando en este sentido. Hemos creado nuestras propias variedades de tomate, como son Udagorri y Udabeltza, partiendo de diferentes variedades antiguas. Año a año continuamos seleccionando las semillas de estos tomates para ir mejorando estas variedades.
También hemos desarrollado un trabajo importante para la recuperación del “melocotón de Sartaguda”. Esta es una variedad que se cultivaba en nuestro pueblo, de sabor, textura y olor que destacan sobre cualquier otro, pero que durante los 80 y 90 prácticamente desaparecieron para ser sustituidos por otros de mayor producción, pero infinitamente peores a nivel organoléptico.
Partimos de los huesos de unos pocos árboles desperdigados por el pueblo y fuimos reproduciéndolos entre ellos y seleccionando los mejores árboles, para poco a poco ir homogeneizando la variedad. Una vez estabilizada, la reproducimos partiendo de esquejes de madera y haciendo injertos para obtener retoños con las mismas características que sus ascendientes.
Es un trabajo lento pero muy gratificante, que llevamos muchos años desarrollando
¿Qué papel juega Fruit Attraction en el mercado ecológico?
Año a año vemos un notable incremento de productos ecológicos dentro de esta feria. Si hace años era anecdótica la presencia de productos ecológicos, hoy hasta los grandes operadores tienen una pequeña sección de productos bio.
Es un buen punto de encuentro con operadores nacionales e internacionales del sector y además se desarrolla en unas fechas muy buenas de cara a las campañas de pera y manzana, por ejemplo.
¿Forma parte ya el sector ecológico del conjunto de la gran industria alimentaria?
Lo cierto es que vemos que cada vez más todo apunta en esa dirección. Grandes operadores que hasta ahora despreciaban la producción ecológica están haciendo esfuerzos para entrar en este mercado, tomar posiciones y no quedarse fuera de algo que ven como una tendencia y un negocio de futuro. Su intención es fagocitar el sector bio actual. Esto nos lleva a que el sector bio cada vez se parezca más al convencional en muchos aspectos, más negativos que positivos en general.
Como parte positiva, si producen de forma ecológica el impacto ambiental es mucho menor a nivel de sostenibilidad, y esto es favorable para la sociedad en su conjunto.
Como parte negativa está el hecho de que se limitan a cumplir una norma de producción, sin tener una filosofía y unos valores que aunque no estén en la norma, sí compartían una generación de agricultores que estaba en esto del “bio” antes de que se convirtiese en un negocio.
Las consecuencias de esto son mano de obra precaria, productores que no pueden hacer frente a los gastos, productos de baja calidad… eso sí, todo con certificado.
Autor: Oriol Urrutia, Co-Editor
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