La alimentación de los animales destinados al consumo humano tiene tal relevancia para la salud que hace que todos los piensos y sus ingredientes deban cumplir unas condiciones máximas de inocuidad. Estas condiciones deben garantizar la salud tanto de los animales a los que van destinados para su alimentación como de las personas que se pueden contaminar mediante su consumo. Es imprescindible que los piensos muestren unos niveles tan bajos de sustancias nocivas que los hagan aptos para el consumo animal, y que una vez lleguen al consumidor final la concentración de estas sustancias sea inferior a los niveles que suscitan preocupación y alarma sanitaria.

Piensos para animales ¡peligrosos para nuestra salud!

Existen distintas sustancias que hacen que los piensos destinados a alimentación animal puedan poner en riesgo y peligro la salud de los que comen alimentos de origen animal. Son elementos de distinto origen y naturaleza que alteran los piensos y contaminan los alimentos, pudiéndose agrupar en químicas, físicas y biológicas. Cada una de estas sustancias presenta peligros potenciales distintos al ser fuentes de contaminación propias y específicas. Pueden estar formando parte de las materias primas con las que se elabora el pienso o bien contaminarlo con agua no apta en su procesado. Estos componentes nocivos y peligrosos entran en el  pienso contaminando las materias primas, o bien se incorporan durante los procesos de manipulación, almacenamiento y transporte, por lo que es necesario extremar las medidas higiénicas sobre los mismos.

Los piensos contienen en su composición ingredientes nutricionales de distinta naturaleza, materias primas de distinto origen como granos y semillas de oleaginosas  completos o convertidos en harinas, subproductos de la transformación de frutas y hortalizas, aceites, otros piensos, forrajes como la hierba, el heno y el forraje ensilado, subproductos de panadería, subproductos de destilería como granos y glicerol, subproductos procedentes de la elaboración de alimentos, minerales, oligoelementos y aglutinantes, subproductos obtenidos de los animales, como la harina de carne, de huesos y las grasas, harinas de pescado, de crustáceos, subproductos de la pesca, algas marinas y kril, y otras sustancias que se añaden a los piensos para mejorar sus características, como los aditivos.

Los piensos destinados a alimentación animal pueden poner en riesgo y peligro la salud de los que comen alimentos de origen animal

Pero junto a ingredientes nutricionales los piensos animales también pueden contener sustancias químicas y microorganismos patógenos, que los alteran y contaminan haciendo que alimentarse de los animales y sus derivados sea peligroso al margen de las consideraciones éticas. Entre las sustancias químicas se deben considerar como muy peligrosas las dioxinas, los dibenzofuranos y los bifenilos policlorados. Las dioxinas son subproductos de los procesos industriales cuyo origen son principalmente los procesos de fundición, el proceso de blanqueo de la pasta de papel con cloro, y los herbicidas y pesticidas. No es exagerado considerar que la gran mayoría de los casos de exposición humana a las dioxinas tiene inicio por consumo de alimentos de origen animal, y que dicha contaminación por dioxinas proviene a su vez esencialmente de los piensos con los que se han alimentado los animales. Por esto es tan importante realizar controles sanitarios sobre las dioxinas que puedan estar presentes en los piensos y que permitan su eliminación de la cadena alimentaria.

Otros contaminantes químicos son los metales pesados. El cadmio, el arsénico, el mercurio y el plomo están presentes en los piensos y los ingredientes de los mismos, debido a que estas sustancias químicas son contaminantes muy abundantes en el medio ambiente. Los plaguicidas organoclorados que se aplican en agricultura son tan persistentes que una vez empleados se acumulan en la grasa de los animales que son alimentados con los piensos contaminados.

Los piensos destinados a alimentación animal pueden poner en riesgo y peligro la salud de los que comen alimentos de origen animal

Entre los contaminantes de origen biológico que alteran los piensos están las micotoxinas, metabolitos secundarios tóxicos de composición variada producidos por mohos y levaduras, siendo las principales la aflatoxina B1, la  ocratoxina A, zearalenona, fumonisina B1, deoxinivalenol, las toxinas T-2 y HT-2, que son de especial atención debido a sus efectos sobre la salud animal. La vigilancia debe centrase en las micotoxinas cuya transferencia de los piensos a los alimentos de origen animal está demostrada y cuyo consumo afecta a la salud. Es el caso de la presencia de la aflatoxina B1 en el hígado, la leche, los huevos y la carne. Los piensos con mayores riesgos de presentar aflatoxina son los cereales, las semillas de algodón y los cacahuetes. No deben suministrarse piensos contaminados con aflatoxinas a los animales destinados a la producción de alimentos.

Los alimentos de origen animal también pueden presentar contaminantes microbiológicos cuyo origen se encuentra en los pastos, los forrajes y los piensos animales y vegetales que se les suministra. Pueden sufrir contaminación microbiológica por Brucella, bacteria que se trasmite a la leche; por Salmonella, que contamina la carne, leche y los huevos. Los piensos pueden presentar parásitos como Echinococcus, Toxoplasma, Cisticercus y Trichinella, que al ser ingeridos se desarrollan y colonizan a los animales. Todos estos patógenos constituyen un grave problema para la salud si se consumen estos productos infectados.

Por último debemos referirnos a los medicamentos veterinarios. Debido al uso masivo y continuo que de estos se hace se deben considerar un potencial riesgo para la salud, ya que se encuentran en diversa concentración en los productos cárnicos y los derivados animales comercializados.

Autor: Raúl Martínez, Dietética y dieto terapia Homo toxicología

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