El silicio es el segundo elemento más abundante en la corteza terrestre después del oxígeno y está presente en todos los seres vivos, pero principalmente en las plantas. Combinado con el oxígeno, lo encontramos en la mayoría de las rocas, en muchas piedras preciosas y en la arena, que es en gran parte dióxido de silicio. Su utilidad para la salud humana se evidencia desde el Antiguo Egipto, donde ya se usaba para combatir la caída del cabello, enfermedades de la piel o el dolor en las articulaciones.
Aunque en 1878 Pasteur ya dijo que “el silicio está llamado a revolucionar nuestros métodos terapéuticos”, no se desarrolló su investigación en este ámbito hasta mediados del siglo XX. Y es que, como el silicio solo puede ser asimilado por el cuerpo en su forma orgánica, no se logró sintetizar su molécula hasta los trabajos en 1952 del bioquímico francés Norbert Deffaut, que lo estudió en más de 50.000 pacientes. En 1972, a través de los estudios de la científica estadounidense Edith Carlisle y los del doctor francés Le Ribault, se reconoce oficialmente su importancia. Éste último colaboró con Deffaut y dedicó su vida a la investigación y promoción de los beneficios del silicio.
Considerado padre de la silicoterapia, Le Ribault se hizo famoso por el estudio sobre la historia geológica de los granos de arena con el microscopio electrónico de barrido (SEM). Trabajando con una solución rica en silicio orgánico, advirtió que la psoriasis aguda que le afectaba a ambas manos había desaparecido y así comenzó a estudiar los beneficios del silicio.
No solo es importante para la piel, el silicio es un oligoelemento esencial presente en células y tejidos. Nuestro cuerpo nace con un capital de gramos de silicio en tejidos, cartílagos, timo, paredes vasculares, glándulas suprarrenales, hígado, etc… que disminuye gradual e irreversiblemente con la edad. A través de la alimentación lo encontramos en mayor cantidad en los cereales integrales como la avena, el mijo, la cebada o el arroz. También en las patatas, la remolacha, la alfalfa, la soja, vegetales verdes, etc… Pero el estilo de vida y el empobrecimiento de los suelos hacen necesaria su suplementación en forma orgánica. Es necesario para la protección de piel, huesos y articulaciones debido a su importancia en la síntesis de elastina y colágeno. Es analgésico y cicatrizante. Ayuda a la reducción de los niveles de colesterol y a todo el sistema circulatorio y cardiovascular. Aumenta y fortalece el sistema inmune y protege contra los radicales libres y la oxidación.
Entre los muchos estudios acerca del silicio, también se ha demostrado que reduce la absorción intestinal del aluminio y aumenta su excreción renal.
BIOFLORAL está situado en las tierras volcánicas de Auvergne (Francia)
- El silicio de biofloral orgánico procede de la ortiga (Urtica dioica), cultivada biodinámicamente. Posee un alto contenido de silicio, con una dosificación óptima y una alta calidad vibratoria que lo hace un producto vivo y completamente natural con un fuerte poder de asimilación y sin efectos secundarios.
- El método de extracción del silicio es innovador, artesanal y totalmente natural, a partir de plantas frescas. El agua de manantial volcánica se dinamiza en una cascada sobre cristales, para una mayor eficacia y energía.
- Sin moléculas químicas, sin silicio de síntesis o mineral, ni conservantes químicos.
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Biofloral
Autora: Marta Gandarillas, Periodista especializada en Salud Natural, Titulada superior en Naturopatía y Terapeuta de Jin Shin Jyutsu.
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