Existe una nutrida literatura científica que revela la profunda relación entre una dieta equilibrada y un sistema inmunitario fuerte. Los nutricionistas aconsejan aprovechar los alimentos de temporada para ganar vitaminas y defensas con esos micronutrientes naturales que ayudan al organismo a luchar contra virus, gérmenes e infecciones.

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¿Qué vitaminas aumentan las defensas?

No todas las vitaminas cumplen la función de reforzar las defensas del sistema inmunitario. ¿Quién es quién en este propósito?

La vitamina C

Es la vitamina más popular y sobre la que más mitos y leyendas se han generado. La ciencia ha demostrado que, por ejemplo, aunque tomes mucha naranja, alimento con un importante aporte de vitamina C, no evitarás el resfriado, ya que la vitamina se encuentra en la cáscara, elemento que se retira al pelar la fruta.

Más allá de la fruta, está presente en verduras y tubérculos como las patatas o los brócolis. La vitamina C sí prepara al organismo para contrarrestar los efectos de los agentes externos. Y no es casual que los alimentos de invierno contengan más vitamina C, aunque no tenga que ver solo con la naranja.

La vitamina B3

La gran ventaja de la vitamina B respecto de la C es que es del tipo hidrosoluble. Esto significa que se disuelve en el agua y por lo tanto no se acumula en el cuerpo. Como contra, esta cualidad exige que se renueve diariamente la ingesta de la cantidad necesaria para mantener las mucosas activas, sobre todo en invierno, aunque también durante todo el año.

La vitamina B3 se encuentra tanto en alimentos de origen animal como de origen vegetal, por lo que quienes opten por no consumir los primeros cuentan con opciones, si bien pueden llegar a necesitar suplementos de vitaminas para alcanzar los mínimos diarios necesarios.

Así, consumes vitamina B3 cuando tomas pollo, carnes rojas, pescado, atún o huevos, así como en legumbres o en las nueces, el brócoli, los tomates, los espárragos y los plátanos.

Vitamina D

Además del calcio, la vitamina D es un micronutriente muy necesario para fortalecer los huesos y el sistema inmunitario.

Una vez en el organismo, se almacena en el tejido graso y resulta clave para la adecuada absorción del calcio.

La mayor parte de la vitamina D que nuestro cuerpo es capaz de consumir proviene de una fuente externa, no de la alimentación: del sol. A nivel nutricional, se ingiere en menor cantidad en pescados como el atún o el salmón, y también en muy pequeñas dosis en quesos y yemas de los huevos.

Ahora bien, ¿qué ocurre si nuestro organismo no asimila, por cualquier circunstancia, las vitaminas y nutrientes que requiere para su correcto funcionamiento? Ahí es donde entran en juego los suplementos vitamínicos. Siempre bajo prescripción médica y con un control previo sobre el historial clínico del paciente y su evolución al comenzar a tomarlos.

Los suplementos vitamínicos son muy habituales también en los deportistas que requieren un extra que de forma natural no se consigue. En cualquier caso, siempre se han de consumir bajo prescripción de un profesional de la salud.

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Bio Eco Actual Agosto 2021