Cuando empecé en 1987 en el sector ecológico tardé sólo unos meses en comprender que la agricultura y la alimentación ecológicas y saludables eran necesarias en beneficio de nuestra naturaleza común y de la salud individual. Con este propósito interiorizado no fue difícil trabajar con alegría en la promoción de lo ecológico a lo largo de las décadas de mi carrera laboral. Con el constante crecimiento del mercado ecológico y la atención por la necesidad de pasarse a la agricultura ecológica, uno puede sentirse fácilmente satisfecho.

Por el contrario, con el paso del tiempo, me he vuelto menos optimista respecto a nuestro futuro común. Por supuesto, también creía que la estrategia “De la Granja a la Mesa”, con su objetivo de un 25% de productos ecológicos, cambiaría las reglas del juego. Y que los precios reales (True Pricing) demostrarían que la agricultura ecológica inclusiva es mucho más rentable para la sociedad en su conjunto que la producción agroindustrial química, con sus enormes costes externalizados.

Una vez más, calculé mal el extremo poder y agresividad de la industria agroalimentaria convencional. Tras los exitosos años ecológicos durante la pandemia de Covid, nos encontramos con la guerra en Ucrania y los efectos sobre los precios de la energía y los alimentos. La industria convencional acogió la guerra como un regalo y exigió que se pusiera fin a los esfuerzos de sostenibilidad de la estrategia F2F en nombre de la seguridad alimentaria. Un informe engañoso, financiado por las multinacionales industriales, afirmaba que el paso a la producción ecológica sostenible provocaría menores rendimientos y precios más altos. Al mismo tiempo, lanzaron su perspectiva sobre la agricultura sostenible con la palabra robada “regenerativa”: un poco más de rotación de cultivos, un poco menos de fertilizantes químicos y pesticidas. En una palabra: greenwashing (lavado verde). Pero no por ello deja de ser un serio intento de robar el 20% del presupuesto de la PAC para ayudas al régimen ecológico. Coincidencia o no, el problema de los residuos causados por el uso excesivo en la agricultura industrial se traslada a la ecológica: hay que demostrar con un 100% de certeza la causa del residuo cuando se produce en la ecológica. Eso es mucho trabajo, dinero e inseguridad cuando tenemos que soportar una media del 15-20% de hallazgos de residuos en todos los análisis de ecológico, principalmente causados por la agricultura convencional.

Y mientras tanto, las acciones de los gobiernos para apoyar lo ecológico se retrasan y retrasan, o carecen de presupuesto y ambición. Al ver cómo los agricultores convencionales y las multinacionales de la alimentación en los Países Bajos fueron capaces durante décadas de posponer las medidas necesarias para cambiar su sistema alimentario y agrícola, me doy cuenta de que nosotros, como sector ecológico, hemos sido demasiado educados. Activistas climáticos de éxito como Extinction Rebellion, MOB y Greenpeace nos muestran cómo crear urgencia en torno a la crisis climática y nuestra supervivencia en este hermoso planeta. Tenemos que continuar nuestro importante trabajo día tras día para producir alimentos ecológicos, pero también deberíamos hablar alto y claro a los gobiernos y a la sociedad para insistir en que quien contamina debe pagar (en lugar de acaparar el dinero de la PAC y otros subsidios), y que lo ecológico debe ser apoyado de forma integral por el bien de nuestros hijos.

Autor: Bavo van den Idsert, Consultor de agricultura ecológica.

Publicado en BIOFACH & VIVANESS 2023 Bio Eco Actual Special Edition.

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