El coco llegó a Europa en el siglo XV de manos de comerciantes portugueses liderados por el navegante Vasco de Gama. Lo trajeron de India y le dieron este nombre por su parecido con la cara de un monstruo del folclore portugués llamado coco. A partir de 1740 ha sido cultivado por su interés económico y también ornamental. Hoy está más de moda que nunca por muchos motivos.

Su alto valor nutricional, su sabor, sus variados usos terapéuticos, son factores que han potenciado el crecimiento del cultivo de la palmera cocotera (cocos nucífera L.) en las zonas tropicales y subtropicales en unos 80 países. Es un cultivo interesante para la economía de los países productores por su creciente consumo en todo el mundo. Una palmera adulta, a los cinco años aproximadamente, puede generar entre 50 y 80 cocos en una temporada.
De cultivo ecológico
Al consumir productos procedentes del coco es importante asegurarnos de su cultivo ecológico, esencial para preservar el medio ambiente, evitar el uso de pesticidas y abonos químicos que deterioran su calidad organoléptica, además de atentar contra la salud y la sobreexplotación del suelo.
Su alto valor nutricional, su sabor, sus variados usos terapéuticos, han potenciado el crecimiento del cultivo de la palmera cocotera
En cultivo ecológico de la palmera cocotera se da en climas cálidos y húmedos, en suelos que pueden ser arenosos y salinos, evitando el uso de agroquímicos. Para evitar el monocultivo y favorecer la riqueza biológica se puede cultivar combinado con árboles frutales, promoviendo así una mayor biodiversidad.
Del coco se aprovecha todo: el agua, el aceite, la pulpa, le leche y la harina que se obtienen de su prensado. También el material fibroso que envuelve al fruto, llamado estopa, que se utiliza para elaborar cuerdas, alfombras o como combustible. Las hojas de la palma tienen también su lugar en la construcción de techos y el tronco puede ser usado para fabricar muebles.
Tesoro de vitaminas y minerales
Todos los productos resultantes del coco se usan en la cocina y en cosmética. El agua de coco es isotónica, hidrata y refresca, es rica en nutrientes que fortalecen nuestro sistema inmunológico. La leche de coco es la obtenida de la mezcla de la pulpa o “carne” con agua y se usa en la cocina en multitud de recetas. El azúcar de coco se obtiene llevando a ebullición la flor del coco y es más sano que la mayoría de edulcorantes, con él se elaboran dulces. Y, finalmente, la harina de coco se consigue secando y desengrasando la pulpa del coco y es perfecta para rebozados, espesar salsas, y otras muchas aplicaciones en la cocina internacional.
Del coco se aprovecha todo: el agua, el aceite, la pulpa, le leche y la harina que se obtienen de su prensado
En todas sus presentaciones, el coco es un tesoro de vitaminas y minerales, facilita la digestión, protege el estómago, contiene fibra y antioxidantes. Es un alimento bueno para todas las edades, ya que remineraliza huesos y dientes, aportando los ácidos grasos vegetales tan preciados para el correcto funcionamiento del cerebro, incidiendo en la prevención de enfermedades como Parkinson y Alzheimer, entre otras muchas ayudas a la salud.
En cosmética es ingrediente de cremas y aceites para el cuidado de la piel y del cabello. Antibacteriano y antioxidante por su alto contenido en vitamina E, ayuda a reducir el envejecimiento prematuro de la piel, a eliminar manchas y rehidratar y calmar la piel que se ha expuesto al sol
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Sol Natural
Autora: Montse Mulé, Editora
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