¿Es la obesidad el resultado simplemente de una ingesta calórica excesiva mantenida en el tiempo? Desde luego que no. Ya hace mucho tiempo que sabemos que esto no es así puesto que esta enfermedad, en la que el cuerpo acumula grasa corporal de forma excesiva, es multifactorial, es decir, es debida a muchos factores distintos. La genética juega un papel, pero también el hecho de que la obesidad es una enfermedad inflamatoria en la que también está implicado el microbiota intestinal. Es por eso por lo que, en la actualidad, se estudia el papel protector y terapéutico de dietas que tengan en cuenta estos factores.
¿Por qué ya hace tantos años que escuchamos que la obesidad es una verdadera pandemia y, sin embargo, no logramos combatirla?, ¿no son suficientes todos los esfuerzos que se han hecho y se hacen hasta ahora para informar y educar a la población sobre la importancia de llevar una alimentación saludable y un estilo de vida activo? Alrededor del 30% de la población mundial tiene exceso de peso, sobrepeso u obesidad, cifra que se prevé que aumente al 50% para 2030. Dentro de 7 años la mitad de la población adulta tendrá exceso de peso, con todo lo que eso conlleva. Estudios recientes han informado que la relación entre la medida de la cintura y la cadera muestra una relación directa con las enfermedades cardiovasculares y con la diabetes en todo el mundo. Cuanto más elevada es esa relación quiere decir que más acumulación de grasa hay a nivel abdominal (grasa visceral) y eso nos hace enfermar mucho más fácilmente.
El exceso de grasa corporal no es una cuestión de estética, es un grave problema de salud
La obesidad conduce a una inflamación sistémica de bajo grado con la consiguiente resistencia a la insulina y otros trastornos metabólicos. La grasa visceral, así como la acumulada en el hígado, el corazón y los músculos, aumenta el riesgo de diabetes mellitus tipo 2, de enfermedad cardiovascular, asma y algunos tipos de cáncer. Los mecanismos que relacionan la obesidad con un mayor riesgo de complicaciones incluyen procesos como la inflamación y el daño oxidativo. A este respecto se sabe que los antioxidantes que se encuentran en las frutas y verduras son grandes promotores de la salud al combatir el estrés oxidativo resultante del aumento de los radicales libres, que están relacionados con muchas enfermedades crónicas, como la obesidad, la diabetes, las enfermedades cardiovasculares y otras.
Alrededor del 30% de la población mundial tiene exceso de peso, sobrepeso u obesidad, cifra que se prevé que aumente al 50% para 2030
El aumento del consumo de alimentos vegetales mitiga también las respuestas inflamatorias y, además, lógicamente puede prevenir el incremento de peso y ayudar a adelgazar gracias a su alto contenido de fibra dietética y su bajo contenido energético. Esto está alineado con el hecho de que la población vegetariana tiene menos prevalencia de sobrepeso y obesidad y que, aunque tanto los vegetarianos como los omnívoros muestran peores parámetros metabólicos al tener un mayor índice de masa corporal, los obesos vegetarianos muestran un mejor estado antioxidante y menor estado inflamatorio, lo que les proporciona una protección adicional en el desarrollo de enfermedades asociadas con la obesidad.
La creciente evidencia sugiere un fuerte vínculo entre la obesidad y las alteraciones en el microbiota intestinal
El microbiota intestinal humano normal es una comunidad ecológica de billones de microorganismos comensales y simbióticos que desempeñan un papel esencial en el mantenimiento de nuestras funciones metabólicas y también del equilibrio del sistema inmunitario. Parece que ciertas alteraciones en el microbiota intestinal o disbiosis pueden contribuir a la obesidad y viceversa, pero por el momento desconocemos los mecanismos exactos de por qué esto sucede y qué alteraciones de los microorganismos que viven con nosotros exactamente estarían involucradas. Las bacterias dominantes que viven en el intestino pertenecen a cuatro grandes tipos bacterianos: Bacteroidetes, Firmicutes, Proteobacteria y Actinobacteria, constituyendo los dos primeros más del 90%. Algunos estudios han sugerido que en personas sanas existe una alta proporción de Bacteroidetes a Firmicutes, y que esta proporción se invierte en individuos obesos, con una menor frecuencia de Bacteroidetes, sin embargo, otros informes no han encontrado esta relación. Lo que sí está más claro es que la disbiosis produce cambios metabólicos como aumento de la resistencia a la insulina, del colesterol LDL (el malo) y de los triglicéridos, y también aumenta la inflamación.
Una respuesta inflamatoria excesiva y prolongada en el tiempo aumenta el riesgo de sufrir enfermedades crónicas, entre ellas la propia obesidad
Además, se ha observado que la “microbiota obesa”, la microbiota alterada por la obesidad, afecta indirectamente a la expresión de genes hipotalámicos y promueve la sobrealimentación por múltiples mecanismos. Todo ello forma un círculo vicioso en toda regla en el que conviene no olvidar que la ingesta de alimentos vegetales es imprescindible para mantener una buena composición de nuestro microbiota.
La ingesta de alimentos vegetales es imprescindible para mantener una buena composición de nuestro microbiota
Sin duda las frutas, las verduras, los frutos secos, las semillas, los cereales integrales y las legumbres, con su elevado contenido en fibras y antioxidantes de diferentes tipos, tienen mucho que aportar cuidando nuestro peso corporal, pero, sobre todo, cuidando nuestra salud, tanto a través de sus efectos antiinflamatorios como de sus beneficios en el microbiota intestinal.
Estos hallazgos tienen enormes implicaciones para la salud pública puesto que la mejora de la calidad de la dieta de la población incorporando más alimentos vegetales ayudaría a mitigar los efectos adversos para la salud relacionados con la obesidad en todo el mundo.
Autora: Laura I. Arranz, Doctora en Nutrición, farmacéutica y dietista-nutricionista | www.dietalogica.com
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