Dicen: “La leche es un alimento muy completo ya que es fuente de calcio, fósforo, magnesio y proteínas, esencial para el desarrollo. Para crecer sanos y fuertes”. La leche de vaca y sus derivados son promocionados por la todopoderosa industria láctea para consumo de niños y adultos como alimento creador de salud cuando las evidencias científicas nos muestran que es exactamente lo contrario, un alimento generador de enfermedad.
Todo comienza en la granja cuando una vaca lechera ha alcanzado la madurez sexual, en torno a los dos años de edad, y es inseminada artificialmente por primera vez, gestando nueve meses. Tras nacer el ternero, se le separa de la madre, quien empieza a ser ordeñada dos o incluso tres veces al día durante trescientos cinco días al año. Para conseguir que las vacas produzcan continuamente leche deben ser incesantemente preñadas durante toda su vida. Y esta leche no va al ternero sino que se dirige al consumo humano.
Es en esta incesante producción de leche de vaca donde se encuentra el riesgo para la salud, riesgo que no viene de la propia leche sino de la manera artificial como se obtiene, que hace que contenga treinta y tres veces más sulfato de estrona que la leche de vacas no preñadas.
La estrona es una hormona estrogénica que es producida fundamentalmente de la androstenediona, que se origina en las gónadas o en la corteza adrenal. Es uno de los tres estrógenos naturales, junto con el estradiol y el estriol.
Estudios en humanos establecen que la administración de estrógenos está relacionada con el incremento de incidencia del carcinoma de endometrio y del cáncer de mama. No hay evidencias de que la estrona sea diferente de otros estrógenos en este respecto y su potencial peligrosidad es bien conocida, puede provocar cáncer, perjudicar la fertilidad y aumenta los riesgos durante el embarazo de efectos adversos para el feto.
La excesiva presencia de sulfato de estrona en la leche de vaca y derivados se relaciona con los cánceres hormono dependientes, entre los que se incluyen el cáncer testicular, el de próstata y el cáncer de mama.
Es una evidencia científica objetiva que los cánceres de origen hormonal en países industrializados, donde se consume mucha leche y derivados lácteos, son notablemente mayores que en aquellos países donde el consumo de lácteos es casi inexistente.
Y por si no fuese bastante con el tema hormonal, ya de por sí muy grave, debemos añadir la presencia en los lácteos de residuos de antibióticos y otros fármacos, que por ley se inyectan al ganado, de los que trataremos en un próximo artículo.
Autor: Raúl Martínez, dietética y dieto terapia Homo toxicología
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