Cuando llega la época estival, de forma más o menos intuitiva, el cuerpo nos pide alimentos más frescos, menos cocinados, más crudos e incluso más dulces, que nos abran, relajen y refresquen. Esto tiene sentido puesto que este tipo de alimentos van a ayudarnos a adaptarnos a las altas temperaturas y refrescarnos, aunque un exceso de algunos de ellos tiene el riesgo de desvitalizarnos y desmineralizarnos.
Aquí va una propuesta de cómo adaptarnos al verano con una alimentación ligera, colorida y refrescante que además nos de energía.
- Podemos usar con frecuencia el maíz y la polenta, arroces como el basmati, cebada, quinoa, cuscus, bulgur, pasta; a temperatura ambiente o en frío formando parte de ensaladas.
- Legumbres grandes y a veces rojas (como las judías), servidas frías en ensaladas o como patés con crudités; tofu y tempeh cocinados ligeramente.
- Verduras como el puerro y el apio, y verduras de hoja verde como la achicoria, las endivias, la kale, las coles de Bruselas, etc., crudas o ligeramente cocinadas (escaldadas) en forma de ensaladas variadas.
- Algas suaves como la nori, la dulce o el agar agar.
- Fruta de estación servida cruda, en macedonias, gelatinas o batidos.
- Sopas frías o a temperatura ambiente.
- Uso de especias y hierbas aromáticas, ajo, mostaza, jengibre, cítricos, para dar chispa y movimiento a nuestro plato.
- No abusar del aceite y usarlo para salteados, plancha o en crudo en aliños.
- Formas de cocción rápidas: crudo, encurtidos ligeros, macerados, zumos, batidos.
- Hay algunos alimentos que generan por su naturaleza más calor interno; por lo tanto habría que disminuirlos o eliminarlos durante esta estación: huevos, carne, embutidos, pescado, un exceso de sal, snacks salados, quesos, harinas horneadas (pan, pizza, galletas), un exceso de condimentos salados ( shoyu, miso, umeboshi), un exceso de frutos secos, o estilos de cocción como la olla express, el horno, los fritos, estofados, brasas, etc…
- También hay que tener en cuenta que un exceso de alimentos refrescantes nos desequilibrará y nos dejará débiles para la entrada del otoño, con nuestro sistema inmune en baja forma. Por ello evitaremos consumir azúcar y alimentos azucarados, lácteos blandos (como leche, yogures o helados), así como exceso de zumos sobre todo de frutas tropicales.
Como siempre, no olvidar el cariño a la hora de cocinar, disfrutar de lo que comemos y compartirlo con otras personas. ¡Que paséis muy buen verano!
Autora: Dra. Eva López Madurga. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública nutrición y Macrobiótica – www.doctoraevalopez.com
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