Hay varias razones para adoptar una alimentación vegetariana o vegana: evitar el sufrimiento animal y humano, proteger el medio ambiente y cuidar nuestra salud. Una vez que hemos dado el paso y ya somos vegetarianos, ¿podemos decir que nuestros objetivos están cumplidos?
Desde el punto de vista nutricional: no. Las dietas vegetarianas están asociadas con menores tasas de enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y otras enfermedades crónicas, pero una dieta vegetariana mal planificada no reportará beneficios a nuestra salud y puede ocasionarnos problemas.
Las dietas vegetarianas y veganas bien planificadas deben cumplir con los siguientes principios: abundancia y variedad de verduras y frutas, que los cereales sean en su mayoría integrales, que haya a diario legumbres, frutos secos y semillas, que las grasas sean de buena calidad y que la proporción de azúcar y alimentos fritos y procesados sea mínima. En el caso de los vegetarianos además, que el consumo de huevos y lácteos no sea excesivo. En ambos casos es esencial llevar un estilo de vida activo, pasar tiempo regular al aire libre y asegurar una fuente fiable de vitamina B12.
Pero desde el punto de vista ético, tampoco podemos decir que el vegetarianismo o el veganismo sean el final de nuestro camino. Por supuesto el veganismo produce mucho menos sufrimiento que el vegetarianismo y debería ser el horizonte de cualquier vegetariano comprometido. Pero no podemos olvidar que incluso la obtención de alimentos vegetales puede provocar sufrimiento tanto de especies animales como de humanos.
Es el caso de la producción de aceite de palma que está deforestando las regiones tropicales y poniendo a los orangutanes en riesgo de extinción; o el cultivo del cacao, que en muchos casos implica el trabajo forzado de niños en países pobres, o el pelado de anacardos en India, que produce quemaduras caústicas a las mujeres que trabajan en esa industria, por poner solo unos ejemplos. Y sin ir tan lejos, muchas técnicas de agricultura convencional contribuyen a la degradación del suelo, a la pérdida de biodiversidad y a la contaminación del agua y los alimentos.
Es imprescindible que mantengamos una actitud crítica y que elijamos en cada momento las acciones más respetuosas con nuestros hermanos humanos y animales y con nuestro entorno. Averiguar de dónde proceden nuestros alimentos y apostar por productos locales, de comercio justo y de producción ecológica son pasos esenciales hacia un mundo más justo.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra – www.mipediatravegetariano.com
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