En invierno, uno de los alimentos esenciales a tener en nuestra despensa es sin duda, el Trigo Sarraceno. También llamado Alforfón, se trata de un pseudocereal (es una poligonácea) de origen asiático, con forma de diamante y con verdaderas ventajas frente al resto de granos y cereales. De hecho, en la cocina rusa lo encontramos pre-tostado, con el que se elabora un plato típico llamado Kasha (significa “papilla”) como excelente desayuno, y en Bretaña, en forma de harina con el que se elaboran los deliciosos creps salados.

trigo sarraceno

Según la medicina tradicional china, su naturaleza es yang y calienta nuestro organismo desde dentro hacia fuera. Se convierte pues en un “cereal” aliado a la hora de combatir el frío, especialmente para aquellas personas frioleras o débiles que sufren a lo largo de todo el invierno…Pero también se comporta como excelente remedio para combatir la retención de líquidos, edemas incluidos, sacando el exceso hacia fuera.

A nivel nutricional, es un carbohidrato de bajo índice glucémico y rico en fibra soluble e insoluble, siendo ésta última de carácter prebiótico. Conseguimos así alimentar nuestra microbiota intestinal, responsable de nuestra felicidad, neurotransmisores y calidad de nuestro sistema inmune, además de controlar el apetito y regular el estreñimiento debido a su alto contenido en mucílagos. Obtenemos pues una energía estable, ideal para deportistas y para esos días de intenso trabajo, aportando saciedad y satisfacción duraderas. Su consumo es apto para diabéticos y para los que sufren de obesidad, dado que ejerce una acción de regulación de las grasas y del azúcar en sangre. Otro componente de gran interés es la enterolactona, un tipo de lignano, capaz de protegernos del cáncer de mamá y otros de origen hormonal.

A nivel culinario, es un excelente sustito del trigo para elaborar pan, pizzas, galletas, magdalenas, bizcochos y cualquier masa sin gluten

Por otro lado, también tiene riqueza en proteína vegetal, con un perfil especialmente rico en los aminoácidos arginina y lisina además de vitaminas del grupo B específicas del sistema nervioso, y minerales como el manganeso, cobre, fósforo y magnesio, entre otros. Mejora los niveles de presión sanguínea y colesterol, convirtiéndolo en un aliado para nuestra salud cardiovascular y sistema circulatorio, indicado para casos de piernas cansadas, varices y hemorroides gracias a la acción de dos flavonoides antioxidantes y antiinflamatorios llamados quercetina y rutina.

A nivel culinario, es un excelente sustituto del trigo para elaborar pan, pizzas, galletas, magdalenas, bizcochos y cualquier masa sin gluten además de encontrarlo en forma de espagueti, conocido en la cocina asiática bajo el nombre de Soba. Es por lo tanto apto también para celíacos, aunque debemos asegurarnos de ello con la mención y sello “sin gluten” (espiga) en el etiquetado, debido a que puede haber riesgo de una contaminación cruzada, al igual que en la avena, por ejemplo.

Es importante a la hora de prepararlo en casa, dejarlo en remojo la noche anterior para inactivar los anti-nutrientes que contiene, y asegurarnos la buena asimilación de todos sus beneficios. Otra opción es germinarlo durante varios días para incrementar su digestión y valor nutricional o, sino, por lo menos limpiarlo bien antes de hervirlo y elaborar deliciosos  desayunos cremosos o comidas sabrosas como paellas, además del uso de su harina para creps y masas vegetales para toda la familia.

A cada estación, su alimentación. Y desde luego, no existe dieta saludable sin su variedad y calidad de nutrientes, ¡larga vida al trigo sarraceno!

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Autora: Mareva Gillioz, Dietista y Coach nutricional, especializada en Naturopatía

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Bio Eco Actual Septiembre 2020