Si el mes pasado estuvimos hablando de la ciruela umeboshi, en esta ocasión quiero presentaros este gran alimento llamado kuzu. Originario de China, se ha usado tradicionalmente como remedio para distintas dolencias. Es el almidón que se extrae de una de las raíces volcánicas más grandes del mundo (pueden llegar a pesar hasta 90 kilos). Una vez extraídas, las raíces son molidas, lavadas en repetidas ocasiones y secadas al sol durante 3 meses.

En el contexto de la medicina oriental, el kuzu se usa para tratar problemas de intestino grueso y pulmones, y de hígado y vesícula biliar, sobre todo cuando el hígado está sobrecargado o los intestinos debilitados. Así, ayuda a regenerar la flora, al neutralizar los excesos de tóxicos intestinales, y desinflama los intestinos (diarreas, colitis,..); también se usa en asma, bronquitis y problemas de piel; para disminuir la fiebre y en procesos infecciosos; en dolores articulares y para la rigidez muscular sobre todo de cuello; en hepatitis, cirrosis, y como desintoxicante del exceso de alcohol e incluso para el tratamiento de la adicción al mismo (gracias a unos compuestos que eliminan los síntomas de la abstinencia).

El kuzu se usa para tratar problemas de intestino grueso y pulmones, y de hígado y vesícula biliar

A nivel práctico es mejor conservarlo en un lugar seco, y cuando lo compres fíjate que no está mezclado con otras harinas (lo que disminuye sus propiedades) sino que es puro.

Se disuelve siempre en un líquido frío (si lo echas directamente a uno caliente se hacen grumos), después se añade a otro líquido caliente (sin que llegue a hervir) y se remueve de vez en cuando hasta que se hace transparente y adquiere una textura más espesa o melosa. Además de sus usos medicinales, se utiliza también en la cocina como espesante. En lo personal no lo suelo hacer, prefiero utilizar otros espesantes en la faceta culinaria y dejar el kuzu para su uso más medicinal.

Además de las propiedades anteriores hay otra forma de tomarlo que relaja el sistema nervioso, sobre todo al volver a casa después de un día de estrés intenso y cansancio acumulado: poner a calentar una taza de zumo de manzana (sin ningún azúcar añadido), disolver aparte 1/2 cucharada de kuzu en un poco de zumo de manzana frío y añadir al que está caliente; se le puede adicionar una cucharadita de melaza de arroz o en esta época mejor aún melaza de cebada; se remueve todo en el fuego hasta que quede una consistencia transparente y espesa. Tómatelo despacio, a sorbitos lentos, paladeándolo y dejando que te calme, y te proporcione una gran sensación de bienestar.

Autora: Dra. Eva T. López Madurga. Médico especialista en Medicina Preventiva y Salud Pública. Consultora de Nutrición, Macrobiótica y Salud Integral – www.doctoraevalopez.com

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