Los homínidos comenzaron a caminar sobre dos extremidades hace alrededor de seis millones de años pero según algunos investigadores la forma que tenemos de andar, cargando el peso en la parte delantera del pie, se inició con el Homo erectus hace casi dos millones de años. Desde entonces los pies son los que soportan todo el peso de nuestro cuerpo, los que nos arraigan a la tierra y con ellos caminamos por la vida. Pero además de eso, constituyen un  perfecto holograma  de todo nuestro Ser y en ellos están reflejados no solamente todos los órganos de nuestro cuerpo físico, sino también nuestras emociones, nuestra forma de estar en el mundo y nuestra historia personal.

La reflexología podal, una terapia milenaria

Esto ya lo descubrieron los antiguos hace casi 5000 años y ahí se suelen situar los orígenes de la terapia que este mes tratamos: la reflexología podal. Recomendada por la OMS de forma complementaria a la medicina convencional y reconocida como “una terapia útil para el dolor”, la reflexología consiste en la aplicación de masajes específicos en zonas, puntos y áreas de los pies que corresponden a cada uno de los órganos, glándulas y estructuras de nuestro cuerpo. Se cree que muy probablemente surgiera en China en la misma época que la acupuntura y fue practicada especialmente en Oriente. En el “Huáng Dì NèiJing” del Emperador Amarillo, la obra escrita más antigua e importante de la Medicina Tradicional China, ya se hace referencia al interés de los científicos de la época por los pies y su relación con la salud.

En España, seguimos sin regular las terapias complementarias que otros países tienen integradas en sus sistemas de salud

Resulta llamativo que diferentes culturas tradicionales, de zonas muy desconectadas entre sí,  coincidían en ver en los pies un canal hacia la espiritualidad y la salud: es el caso de China, las tribus indígenas americanas, India o Egipto. En el Antiguo Egipto los masajes en los pies se consideraban un tratamiento médico. Se han encontrado varios pictogramas entre los que destaca  un papiro hallado en la tumba de un médico egipcio del año 2.330 a.C., en el que se ilustra la aplicación de los masajes en los pies. En diversos templos y monasterios de China   se pueden encontrar impresiones de los pies de Buda de los años 500 a 400 a.C., mostrando puntos de reflexología.

Pero la reflexología tal y como hoy la conocemos  la introdujo en Occidente a principios del siglo XX, el médico norteamericano William H. Fitzgerald. Este otorrinolaringólogo fue quien, junto a un grupo de médicos, sistematizó el estudio de las zonas reflejas del pie. Descubrió que al presionar ciertas áreas de pies y manos con los dedos, se podía aliviar el dolor de otras partes del cuerpo. La fisioterapeuta Eunice Ingham avanzó en esta idea y confeccionó los mapas para la perfecta ubicación de los diferentes órganos del cuerpo. En sus trabajos se destaca la eficacia de la reflexología en la reducción del estrés y el estreñimiento, el tratamiento de problemas gastrointestinales, la estimulación de la circulación sanguínea y linfática, dolores menstruales, el asma, la calidad del sueño, las migrañas, la estimulación del sistema inmunológico o la fibromialgia, entre otros.

Los pies son los que soportan todo el peso de nuestro cuerpo, los que nos arraigan a la tierra y con ellos caminamos por la vida

Hoy una terapia que complementa la medicina convencional

Para Petra Almazán, directora del departamento de reflexología podal de Philippus Thuban , “es conveniente saber que la reflexoterapia tiene la capacidad de estimular las fuerzas autocurativas que pueden estar bloqueadas, inhibidas o adormecidas en nuestro interior, pudiendo devolver a nuestro organismo la posibilidad de sanar cuerpo y mente”. Después de muchos años de experiencia y miles de pacientes tratados, Petra Almazán considera que “es especialmente efectiva en casos de estrés, ansiedad, depresión, nerviosismo e insomnio. También en problemas digestivos de origen nervioso o funcionales como estreñimiento, digestiones pesadas, reflujo, colon irritable, colitis ulcerosa… o en las deficiencias cardiorespiratorias, taquicardias, hipertensión, dolor o pesadez de piernas, retenciones, alergias, asma, catarros. Alivia el dolor en casos de metatarsalgias, juanetes, pies cavos, planos…”

Países como Dinamarca, Suecia, Alemania, Finlandia, Singapur, Israel o EEUU utilizan la reflexoterapia en clínicas y hospitales como terapia complementaria de la medicina convencional. En los EE.UU,  el NCCAM (Centro Nacional para Medicina Complementaria y Alternativa)  dispone de una amplia base de datos con abundantes ensayos efectuados sobre aplicación de la reflexología como terapia complementaria.

Los hospitales más importantes de Israel (que atienden al 70% de la población), cuentan con departamentos de medicina complementaria y  la reflexología es una de las terapias líderes en el tratamiento del paciente oncológico.

Los hospitales de Buenos Aires disponen de equipos de terapeutas reflexólogos en plantilla que trabajan fundamentalmente en las áreas de cardiología, ginecología y oncología, mejorando el estado de salud en pacientes que han sido sometidos a operaciones.

En España, donde seguimos sin regular las terapias complementarias que otros países tienen integradas en sus sistemas de salud, (con el consiguiente perjuicio para los usuarios que no pueden tener las garantías de que el profesional al que acuden tiene los conocimientos necesarios), vivimos de nuevo en la paradoja y nos encontramos ejemplos como el del Hospital Sant Joan de Deu de Barcelona, donde desde hace 15 años se emplea la reflexología en los pacientes infantiles oncológicos, con claros resultados de mejora en su calidad de vida.

Para Petra Almazán “este tipo de técnicas o terapias naturales pueden combinarse y creo que así debe ser en la medida de lo posible, con la medicina alopática o las terapias convencionales

En el próximo número hablaremos de cómo actúa en el organismo, cómo se trata la parte emocional y en qué ocasiones puede estar contraindicada.

Autora: Marta Gandarillas, periodista

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