Acaba el verano y con él los días largos y calurosos. El otoño nos invita al recogimiento y a la introspección. Tal y como pasa en la naturaleza, la energía va hacía dentro para resguardarnos del frío y prepararnos para el invierno. Por ello, es muy importante fortalecer nuestras defensas.
La mejor manera para nutrir nuestro sistema inmune es beneficiarnos de los alimentos de la temporada y someterlos a las cocciones adecuadas.
Acorde con el cambio de estación y de temperaturas, priorizaremos los alimentos cocidos sobre los crudos
Podemos mantener una ensalada cruda o templada al mediodía, pero por la noche apostaremos por cremas de verduras o cocciones al vapor (mantienen mejor los nutrientes), plancha u horno. En general, volveremos a recuperar los platos de cuchara y nos hidrataremos con caldos vegetales e infusiones calientes.
Por una parte, es importante mantener el calor corporal, y por otra, incluir alimentos que aumenten la energía defensiva.
Hortalizas y frutas de otoño
Dejamos atrás las verduras y las frutas de verano que aportan hidratación, para combatir el calor y reponer líquidos, por alimentos más densos nutricionalmente, como los tubérculos, las raíces o las hortalizas dulces. El otoño es época de calabaza, moniato, zanahoria, chirivía y nabo. Las combinaremos con verduras de hoja verde como las acelgas o las espinacas que nos aportan ligereza.
También vuelven al campo las crucíferas como la coliflor, el brécol, la col lombarda, la col o la kale. Son una auténtica bomba terapéutica. Tienen propiedades antioxidantes, depurativas, antibacterianas, antivirales, antiinflamatorias y protectoras contra el cáncer.
Otra familia a tener en cuenta son las setas. Especialmente, las consideradas medicinales: shiitake, maitake y reishi, gracias a sus propiedades inmunoestimulantes, antivirales y anticancerígenas.
Entre las especias, destacamos el jengibre, un rizoma picante con propiedades antiinflamatorias. Lo podemos usar en infusiones o caldos para darnos calor y aliviar los síntomas del resfriado y la gripe.
Las frutas de otoño son un regalo de la naturaleza: caquis, granadas, chirimoyas, castañas, cítricos, peras y manzanas.
Los caquis nos preparan para el frío gracias a los betacarotenos, que cuidan nuestro sistema inmunológico y la piel después del verano.
La pera es ideal para el otoño porque tiene gran afinidad con el sistema respiratorio. Ayuda a fluidificar la mucosidad y a que salga más rápido.
Sin olvidar las frutas ricas en vitamina C como las mandarinas, el kiwi, el pomelo o la naranja. Nos aportan antioxidantes que influyen el sistema inmune.
Salud intestinal
Es muy importante cuidar la salud intestinal, porque es donde se alojan la mayor parte de nuestras defensas, y lo que pasa en el intestino afecta a la salud global. Según la Medicina Tradicional China, el otoño tiene afinidad con el intestino grueso y los pulmones.
Una buena manera de cuidarlos a ambos es con el kuzu, una raíz de origen chino, que puedes añadir a tu caldo de verduras. El kuzu restablece el funcionamiento del intestino grueso, regenera la microbiota, neutraliza el exceso de tóxicos y desinflama los intestinos. También es muy útil para tratar gripes y resfriados. Una preparación muy terapéutica es el kuzu con media cucharadita de pasta de ciruela umeboshi, para tonificar el sistema digestivo y aportar probióticos.
Otros probióticos interesantes para tener una microbiota diversa y sana son el xucrut, el kéfir de agua y el té kombutxa.
Autora: Lluca Rullan, periodista especializada en nutrición y salud natural. Dietista con perspectiva integrativa
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