El miedo a probar alimentos nuevos se llama neofobia alimentaria. Se considera una fase normal en la infancia y no es un trastorno, siempre que sea transitorio. De hecho, muchos expertos creen que este comportamiento es instintivo en humanos y tiene como fin protegernos de ingerir potenciales sustancias tóxicas.
Se ve con frecuencia entre los 18 meses y los 3 años, aunque en algunos casos se prolonga hasta los 6-7 años. Si persiste más allá de esta edad conviene consultar con un psicólogo infantil especializado en comportamiento alimentario. La neofobia alimentaria en adultos se considera siempre un trastorno mental.
Aunque generalmente transitoria, la neofobia alimentaria resulta alarmante para los padres y suele alterar la dinámica familiar. El mejor tratamiento es la prevención: aquellos bebés que son expuestos a mayor variedad de alimentos entre los 6 y 12 meses tienen menos probabilidades de rechazar alimentos más adelante (simplemente porque ya han probado todos o la mayor parte de los que van a constituir su dieta). La variedad de alimentos se refiere a colores, sabores y texturas. Por ejemplo, no basta con ofrecer al bebé dos o tres tipos de verduras, hay que exponerle a la mayor variedad posible. Igualmente, no basta ofrecer las verduras en puré: hay que ofrecérselas además (y preferentemente) enteras, en trocitos.
La variedad de alimentos se refiere a colores, sabores y texturas
A pesar de hacer esto, algunos niños y niñas pueden desarrollar este comportamiento de forma transitoria (¡aunque se hace eterno!). En estos casos las siguientes medidas pueden ayudar:
- Debemos seguir ofreciendo el alimento periódicamente, pero sin forzar a comerlo. El resto de la familia debe seguir comiéndolo con naturalidad.
- Es muy positivo integrar a los niños y niñas en el proceso de la compra y preparación de los alimentos, esto aumenta su interés y los ayuda a ver estos alimentos nuevos como normales y seguros. Podemos también mostrarles varias recetas que incluyan el alimento rechazado y dejar que elijan ellos la que desean probar.
- De vez en cuando podemos salir con ellos a cenar a un restaurante que ofrezca comidas de otras culturas y probar todos juntos en familia nuevos sabores y texturas. Planear estas “aventuras culinarias” con antelación las hace todavía más especiales.
Es muy positivo integrar a los niños y niñas en el proceso de la compra y preparación de los alimentos
Finalmente tenemos que aceptar que hay personas que disfrutan con la comida más que otras y esta característica empieza en la infancia. El placer gastronómico no es el único placer en la vida. Lo importante es que la dieta sea suficientemente variada para asegurar una buena nutrición.
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra, www.mipediatravegetariano.com
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