La germinación es el proceso por el que una semilla comienza su desarrollo, hasta que empiezan a aparecer pequeñas hojas verdes y puede realizar la fotosíntesis, y el resultado son unos germinados ideales para tus platos.
Realizar los germinados en casa
Realizar tus propios germinados en casa es un proceso muy sencillo. Necesitarás semillas, por ejemplo, de alfalfa, fenogreco, trébol… legumbres como lentejas o judía mungo, incluso puedes germinar semillas de girasol. Después de remojarlas durante unas horas, se disponen en un germinador o en un tarro, en el que se remojarán varias veces al día sin quedar encharcados. En la encimera de tu cocina verás crecer tu pequeño huerto de germinados.
Cuando la semilla se hidrata, el agua activa las enzimas presentes en ella y comienza un proceso en el que se digiere el almidón de reserva, produciéndose así el crecimiento del tallo y las hojas.
Las semillas germinadas están rebosantes de vida. Durante este extraordinario proceso, se libera la energía que duerme en el grano para que se convierta en una nueva planta.
La riqueza de enzimas presente en los germinados es superior a la de cualquier otro alimento. Estas enzimas, al igual que algunas vitaminas, se destruyen durante la cocción. Ellas mismas son responsables de que los brotes sean un alimento de fácil digestión.
Beneficios de comer germinados
Comer las semillas de esta manera es comer un alimento vivo en estado puro. Esto nos aporta energía directa para nuestras células. Cuando nuestro alimento no es rico en enzimas, como pasa con la comida muy cocinada, el organismo se ve obligado a un esfuerzo extra para hidrolizar la proteína, la grasa y la fibra. Consumiendo germinados, le estamos dando un respiro, nuestro cuerpo conserva sus propias enzimas endógenas.
Además del valor que nos aportan las enzimas, los germinados son extremadamente ricos en minerales, vitaminas y aminoácidos
En algunos granos como el trigo, su contenido en vitamina C aumenta un 600% en los cinco primeros días. Las legumbres y las semillas germinadas son una buena fuente de esta vitamina. Destacan, además, la vitamina K, muy abundante en los germinados de alfalfa y muy necesaria durante el embarazo.
Las semillas de sésamo o de girasol, aumentan en gran cantidad el contenido en vitamina B con el germinado. Son especialmente beneficiosas para resistir a las infecciones y fortalecer nuestro sistema nervioso.
Tomar una pequeña cantidad de germinados o brotes en nuestras comidas es una estupenda costumbre que podemos implementar con muy poca inversión y unos enormes beneficios.
Autores: Iván Iglesias, Chef y profesor de cocina vegana y Estela Nieto, Psicóloga, Master en psicopatología y salud, y especialista en psiconutrición
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