Los detergentes forman parte de nuestra rutina: ya sea en pastillas, cápsulas, líquido o en polvo, los utilizamos para limpiar platos, ropa y cualquier superficie. Los convencionales surgieron a mediados del siglo XX y desde entonces se han vuelto indispensables en todos los hogares. Pero ¿conocemos la huella que deja este invento químico en nuestro entorno?

El impacto ambiental de los detergentes
El 87% de los ciudadanos españoles tiene muy poca información sobre el impacto ambiental de los detergentes, según una encuesta de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), realizada en 2020 bajo el paraguas del proyecto europeo Clean, cuyo objetivo es proporcionar información sobre los efectos de los detergentes y sensibilizar a los consumidores sobre esta realidad.
Antes de adentrarnos en las consecuencias que tienen los detergentes para el medio ambiente, habría que desgranar su composición: en su mayoría, están elaborados con sustancias químicas -derivados del petróleo- y fórmulas complejas que difícilmente se degradan en la naturaleza y contaminan los mares. Además, estos ingredientes no aparecen bien detallados en los etiquetados por lo que el consumidor no tiene toda la información.
El 87% de los ciudadanos españoles tiene muy poca información sobre el impacto ambiental de los detergentes
Las sustancias que incluyen pueden ser tensioactivos o surfactantes -el ingrediente principal o sustancia activa que permite quitar la suciedad-, fosfatos, carbonatos, perboratos, enzimas, colorantes, blanqueadores ópticos, conservantes y espumantes, componentes que tienen efectos negativos para la vida acuática y los ecosistemas. Por ejemplo, los tensioactivos son tóxicos para microorganismos, contaminan acuíferos y producen espumas en el mar, entre otras consecuencias; y los fosfatos pueden permanecer largo tiempo en el agua actuando como fertilizantes de las algas y haciendo que se reproduzcan de forma masiva, agotando el oxígeno del agua y causando la muerte de otras formas de vida. Es lo que conocemos como eutrofización y es lo que ocurrió el pasado verano en la Manga del Mar Menor (Murcia), dejando sin vida a miles de peces y crustáceos.
“Todos los detergentes destruyen las capas mucosas externas que protegen a los peces de las bacterias y los parásitos; además, pueden causar graves daños a las branquias. La mayoría de los peces morirán cuando las concentraciones de detergente se acerquen a las 15 partes por millón (ppm). Concentraciones tan bajas como 5 ppm matarán los huevos de peces. Los detergentes tensioactivos están implicados en la disminución de la capacidad de reproducción de los organismos acuáticos”, detalla el estudio Detergent Disposal into Our Environmentand Its Impact on Marine Microbes (Eliminación de detergente en nuestro medio ambiente y su impacto en los microbios marinos, en español).
Asimismo, los detergentes suelen ir en envases de plástico no reutilizables y no reciclables, agravando la contaminación por residuos plásticos, uno de los principales problemas medioambientales de la actualidad. Para evitar contribuir al vertido de plásticos, una buena opción es comprarlos a granel.
Los tensioactivos son tóxicos para microorganismos, contaminan acuíferos y producen espumas en el mar
Los detergentes también pueden afectar a nuestra salud, causando alergias (algunas marcas remarcan el ingrediente que puede producirla), irritaciones y alteraciones en el sistema hormonal. A modo de ejemplo, el kathhon -un conservante resultante de la mezcla de dos isotiazolinonas- puede provocar reacciones cutáneas alérgicas. La Agencia Europea de Productos Químicos ha creado una serie de pictogramas que van dibujados en los productos de limpieza convencional que indican qué daños puede provocar un producto: puede ser irritante o corrosivo para los ojos y la piel, por ejemplo.
Detergentes ecológicos
Hay alternativas a los detergentes convencionales, aunque no han sido tan publicitadas. Hablamos de los detergentes ecológicos. Si bien no hay una regulación legislativa que los defina, deben ser biodegradables, sin fosfatos ni derivados del petróleo y en los que primen los componentes de origen vegetal.
Al buscar este tipo de productos menos contaminantes tenemos que ser capaces de saber descifrar las etiquetas, detectar y evitar aquellos productos que tengan reclamos ambientales falsos (una práctica conocida como greenwashing). Las certificaciones ambientales pueden ayudarnos, aunque unas son más permisivas que otras.
Uno de los sellos más empleados es el Ecolabel, la etiqueta ecológica de la Unión Europea reconocida en todo el mundo. Fue creada en 1992 y promueve productos que pueden reducir los efectos ambientales adversos. En el caso de los detergentes, deben estar elaborados con tensioactivos biodegradables y cumplir con estrictas restricciones sobre el número de sustancias peligrosas -hay una prohibición del ácido etilendiaminotetraacético, microplásticos y triclosán; se permiten muy pocas fragancias, conservantes y colorantes, entre otras medidas.
El certificado francés Ecocert tiene dos sellos: Ecodétergents que garantiza el uso de cómo máximo un 5% de ingredientes sintéticos de entre una lista restrictiva y la puesta en valor de todos los ingredientes de origen natural y Ecodétergents a base de ingredientes ecológicos, que certifica que un detergente tiene como mínimo el 95% de los ingredientes de origen natural y el 10% de origen ecológico. Y Eco Detergenza y Eco Bio Detergenza son los sellos del organismo certificador italiano ICEA. Indican que los detergentes están elaborados con al menos un 95% de ingredientes de origen natural y como mínimo un 20% de ingredientes de la agricultura ecológica certificada.
Algunas marcas que podemos encontrar en el mercado español y que apuestan por detergentes ecológicos son BioBel, Ecover, Ecotech y Almacabio. Por último, también podemos combinar productos ‘verdes’ con los trucos de toda la vida para limpiar la ropa y nuestro hogar como son el uso del vinagre, el bicarbonato, el limón y el jabón natural.
Autora: Cristina Fernández, Periodista & Blogger
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