La soja es una leguminosa originaria de Japón tradicionalmente utilizada en alimentación. Aunque no todas son conocidas, existen 7 variedades distintas. La soja amarilla o comúnmente apodada “soja” es la más conocida y también consumida. A partir de esta variedad se elaboran alimentos ampliamente consumidos, tanto fermentados (como el miso) o no fermentados (como el tofu). La soja verde principalmente se emplea para hacer harina de soja tostada, llamada kinako. A su vez, el kinako forma parte de los uguisumochiun, un postre tradicional japonés. Por otra parte, la soja negra, roja (también conocida como azuki), marrón, blanca y la llamada kurakake se utilizan para la elaboración de productos más específicos.

cultivo de soja
123rf Limited©soe10. Judías de soja ecológica

Origen del cultivo de soja

Inicialmente, el cultivo y comercio de la soja estaban concentrados en los países de Asia Oriental, que después se extendió hacia Occidente. Actualmente, los cultivos principales de soja se encuentran en Estados Unidos y Brasil, pero también se cultiva en países como Argentina, India o China, así como en varios países europeos.

Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), se estima una producción mundial de soja de 357 millones de toneladas durante la campaña 2020-2021. Complementariamente, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España estima una producción a nivel europeo de 2.600 miles de toneladas y, en concreto en España, 4,2 miles de toneladas.

Desde 1996, en Argentina se empezó a cultivar la soja transgénica, modificada genéticamente principalmente para ser resistente al glifosato

Un consumo en auge

El consumo de soja se ha multiplicado por diez en los últimos 50 años. Consumida adecuadamente, aporta beneficios para la salud debido a su rico perfil nutricional. Principalmente es utilizada como fuente de proteína vegetal, con una puntuación de aminoácidos corregida por la digestibilidad proteica (PDCAAS por sus siglas en inglés) de 1, comparable a otras proteínas de origen animal. Sin embargo, de la producción total casi un 80% se destina a alimentar ganado. Esta expansión del cultivo, se espera pues que aumente con el aumento del consumo de carne global. Consecuentemente, el monocultivo de soja no ecológica ha resultado en la pérdida de millones de hectáreas de bosques y selvas, destruyendo ecosistemas y biodiversidad, contribuyendo al aumento de gases de efecto invernadero y del cambio climático.

De todas formas, la huella hídrica de una hamburguesa de 150g es menor por hamburguesas de soja no ecológica que de ternera (158L y 1000-2350L respectivamente). Para la soja, un 65% de la huella hídrica se debe al cultivo. Además, cuando la hamburguesa es elaborada a partir de soja ecológica, la huella hídrica puede reducirse aún un 30% más. Es necesario tener en cuenta que los cálculos realizados en estos estudios están basados en el consumo de agua necesario para producir productos equivalentes de origen animal o a partir de soja. El impacto social y medioambiental locales no fue considerado para el estudio. Para más información, consultar waterfootprint.org.

cultivo de soja
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Cultivos y pesticidas

Como en todo cultivo, junto con la soja crecen malas hierbas que compiten por los nutrientes y la luz, disminuyendo su rendimiento. En los cultivos no ecológicos se utilizan herbicidas como el glifosato para combatir las malas hierbas. Pero la utilización de estos compuestos químicos comporta efectos perjudiciales tanto para el medio ambiente como para la salud. El glifosato penetra en la tierra y se filtra en las aguas, también dejando residuos en el cultivo. Así, los organismos acuáticos se ven afectados por la contaminación del agua, mientras que por otra parte la diversidad y cantidad de especies vegetales se encuentra reducida. Además, afecta negativamente tanto a los organismos polinizadores como a los microorganismos terrestres que ayudan a aumentar la fertilidad de la tierra. En cuanto a los efectos sobre la salud, varios estudios demuestran sus efectos como disruptor endocrino, y la Agencia Internacional por la Investigación del Cáncer ha clasificado el glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”. Su autorización en Europa está vigente hasta diciembre de 2022, y la renovación de la autorización está pendiente de la resolución de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria.

De la producción total, casi un 80% se destina a alimentar ganado

La acción del glifosato en el cultivo no es selectiva, por lo que no sólo elimina las malas hierbas, sino que también impide el crecimiento de la soja. Así, desde 1996, en Argentina empezó a cultivarse la soja transgénica, modificada genéticamente principalmente para ser resistente al glifosato. Según Statista, de 2018 a 2020 un 94% de toda la soja cultivada en Estados Unidos fue transgénica. Pero existe mucha controversia respecto al uso de transgénicos en alimentación, ya que también puede resultar en repercusiones para el medio ambiente y la salud. Actualmente el único cultivo transgénico permitido en España es el maíz, mientras que en 17 países de la Unión Europea se encuentran totalmente prohibidos. La inserción de genes extraños puede alterar sus propios genes y modificar las vías metabólicas de la planta. Estos nuevos cultivos, a su vez, impactan en la interacción de la planta con los microorganismos de la tierra. Estos efectos pueden observarse de forma inmediata o a largo plazo. Hoy por hoy no se han realizado estudios de largo plazo que demuestren la seguridad de los alimentos transgénicos. En relación con la salud, varios estudios indican un aumento de alergias, propagación de resistencia a los antibióticos y aumento de los niveles de residuos tóxicos en los alimentos, entre otros.

Alternativas ecológicas

En la agricultura ecológica se utilizan otros recursos para controlar el crecimiento de plantas no deseadas, como el incremento de diversidad de cultivo, la rotación de cultivos, la eliminación manual y mecánica, los acolchados y el pastoreo. Para favorecer los cultivos ecológicos, la Unión Europea ha aprobado el “plan de acción para la agricultura ecológica”, cuyo principal objetivo es que en 2030 un 25% de la superficie de agricultura en Europa sea ecológica.

Autora: Mar Picazos Muniesa, Tecnóloga de los alimentos y farmacéutica

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Bio Eco Actual Junio 2022