Un litro de aceite usado doméstico puede contaminar 1000 litros de agua si no se recicla. Se trata de un residuo incómodo del que nos deshacemos alegremente tirándolo por el desagüe del fregadero, por el váter o a la basura, sin tener en cuenta que daña gravemente los conductos de la red de alcantarillas, el funcionamiento de las estaciones depuradoras de agua, o va a parar a los ríos y acuíferos; en los que forma una película sobre el agua que dificulta el paso del oxígeno y ocasiona graves problemas ambientales que nos perjudican a nosotros mismos.
El aceite industrial tiene todavía peores consecuencias. Su elevado contenido en metales pesados y su baja biodegradabilidad lo convierten en una amenaza para los suelos (pérdida de fertilidad) y aguas superficiales y subterráneas donde perdurará hasta quince años. Para mantener el planeta se recomienda reciclar el aceite, ya que cada agresión a la naturaleza se convierte en un acto de violencia contra la humanidad
- Para reciclarlo, primero hay que almacenarlo en envases adecuados; se recomiendan botellas de plástico de agua o refresco, llenándolas con un embudo especial para aceite usado, o uno fabricado por nosotros mismos recortando otra botella de plástico por la parte superior y colocándolo encima.
- Cuando el envase está lleno se deposita en los contenedores adecuados o se lleva al punto limpio más cercano. Los puntos limpios requieren el esfuerzo del consumidor de desplazarse a ellos ya que en general hay pocos y normalmente, alejados de los núcleos habitados.
- La opción más cercana y práctica es la de los contenedores urbanos que suelen estar colocados junto al resto de contenedores típicos de reciclaje. Se distinguen por su forma y color rojo o naranja y por tener el nombre del residuo destacado. En estos contenedores no se debe depositar el aceite industrial, del que la legislación obliga a los fabricantes a hacerse cargo, para obtener nuevos aceites y combustibles biodiesel.
Verter por el fregadero nuestra responsabilidad, a la larga sale muy caro
El aceite, bien tratado, puede ser reutilizado en la producción de lubricantes, jabones, cremas, velas, ceras, barnices, pinturas, etc., y sobretodo combustibles ecológicos que aminoran hasta en un cincuenta por ciento las emisiones contaminantes en relación con el combustible normal.
Nosotros mismos podemos elaborar jabones aprovechando el aceite usado que generamos en nuestra casa; hoy en día hay manuales fácilmente accesibles donde se explica cómo hacerlo. También hay asociaciones que lo recogen para dar trabajo a personas en riesgo de exclusión social.
En cualquier caso, la conciencia de los consumidores es esencial, solicitando la ampliación y mejora de una efectiva recogida del residuo a los responsables institucionales.
Autora: Maria Cacheda, arqueóloga y divulgadora del patrimonio cultural
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