Prestamos mucha atención a las notas y al comportamiento de nuestros hijos en el colegio, pero no siempre nos paramos a pensar si el menú que comen al mediodía es realmente sano, equilibrado y libre de pesticidas y transgénicos.

Por suerte cada vez más madres y padres se preocupan por este tema de vital importancia para el desarrollo y la salud de sus hijos. Por otro lado, arrasa un fenómeno en alza, el de los caterings. Cada vez más colegios cierran sus cocinas para delegar en servicios de catering y muchas escuelas nuevas sustituyen la cocina por un office con una nevera y un horno para conservar y recalentar los alimentos.

Catering versus comida recién hecha

Bandejas frías con raciones ínfimas nada apetecibles, pocas verduras, exceso de proteína animal y abuso de frituras, elaboradas sin ingredientes de temporada, de km 0 o producción local y mucho menos ecológicos. Las asociaciones de padres y madres de alumnos (AMPAS) ven recelosos la pérdida creciente de la comida recién hecha, frente al aumento de los menús recalentados que se elaboran mucho tiempo antes y que incluso viajan muchos kilómetros hasta llegar a destino.

Como suele pasar en estos casos, la propuesta cuenta con fervientes defensores que afirman que el catering de línea fría ofrece ventajas higiénico-sanitarias y que a nivel nutricional el reparto de ingredientes es más homogéneo. Por contra, además de que la comida elaborada in situ es mucho más casera y fiable, los detractores del catering proclaman que de ese sistema las escuelas externalizan el servicio para quitarse un “problema” de encima y se promueven las multinacionales especializadas que tienen su negocio en la alimentación de nuestros hijos.

¿Se está especulando con la alimentación de nuestros hijos? Lo cierto es que el negocio es realmente suculento: un 40% de los alumnos comen a diario en las escuelas, es decir, más de dos millones de niños a menudo comen lo que se ha preparado en grandes cocinas industrializadas en las que lo que prima es abaratar costes al máximo, y el 61% de los centros disponen de un servicio externo de comedor, según datos del Ministerio de Sanidad.

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Alemania, un referente

La situación en España es bastante heterogénea ya que la implantación de la línea fría varía mucho en función de la comunidad autónoma. Las escuelas de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Andalucía y Canarias son las que más han adoptado este modelo, mientras que Cataluña, País Vasco y Madrid mantienen aún un porcentaje elevado de cocinas propias, aunque en muchos casos también están gestionadas por empresas externas.

Verduras congeladas, pescado de piscifactorías lejanas, precocinados y pocos cereales y legumbres… Resulta realmente incomprensible que en el ámbito de la dieta mediterránea las propuestas alimenticias escolares estén tan lejos de ella, como de las recomendaciones de la OMS.

Más allá de nuestras fronteras la situación tampoco es demasiado alentadora, sobre todo si viajamos hasta los Estados Unidos donde los menús escolares suelen ser terribles: nuggets congelados y fruta en almíbar no son los mejores alimentos para una población en la que la obesidad infantil es un grave problema. En el Reino Unido hay iniciativas interesantes como la del mediático cocinero Jamie Oliver que ha propulsado campañas para mejorar los menús escolares en su país, a pesar de que como él mismo ha declarado, “comer bien y sano es coto privado de las clases medias”. Mientras, Francia presume de niños sin problemas de peso y escuelas que intentan mantener menús a base de alimentos procedentes de campos locales, pan recién hecho y una paulatina incorporación de ingredientes orgánicos. Pero si hay un país europeo que se preocupa especialmente por defender una dieta sana y sostenible para los estudiantes, ese es Alemania. El país con más población vegetariana y vegana de Europa, cuenta con menús vegetarianos en la gran mayoría de sus escuelas, aunque ven la comida vegana aún con recelo ya que los nutricionistas defienden que es “peligrosa” para el desarrollo de los niños.

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Comedores Escolares: Una alternativa ecológica es posible

La compleja normativa sobre comedores escolares en España favorece la subcontratación a empresas de catering y dificulta la adopción de alternativas ecológicas y de proximidad, pero tampoco la Unión Europea ha avanzado demasiado en este sentido. Sin embargo, la batalla por parte de madres y padres por recuperar la gestión de los comedores escolares con el objetivo de controlar mejor lo que se sirve y por introducir principios éticos y medioambientales en la selección de productos, es cada vez más potente. Una pugna que ha sido apoyada por la constitución de la Plataforma de Comedores Responsables, formada por la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), Ecologistas en Acción y VSF Justicia Alimentaria Global. En este sentido los comedores ecológicos son una tendencia que quiere introducir productos de cercanía y de producción ecológica en las mesas de nuestros hijos.

Son ya muchas las asociaciones, movimientos y fundaciones como la FUHEM que promueve la justicia social y la sostenibilidad ambiental, a través de la actividad educativa y del trabajo en temas ecosociales- que trabajan en iniciativas para que los productos de los menús escolares sean ecológicos, de temporada y producidos en la península. La guerra contra el catering no sostenible también tiene razones económicas y medioambientales: se compra en grandes distribuidoras internacionales en lugar de hacerlo en productores locales, se generan emisiones contaminantes por el gran uso del transporte y se acaba con puestos de trabajo de productores y cocineros.

Escuelas catalanas como El Rial de Sant Cebrià, la Escola Matagalls de Santa Maria de Palautordera o el CEIP Joan Coromines o la aragonesa CEIP Asunción Pañart Montaner de Aínsa (Huesca) son algunos casos de éxito que ya hace unos años alimentan a sus alumnos de forma casera y ecológica sin aumentar el precio del comedor. Aunque el reto es complicado, en especial para los centros públicos, los casos se multiplican por toda la geografía española con paso lento pero esperanzador.

Autora: MariaJo López Vilalta / Morocha, Licenciada en Ciencias de la Información
Bio Eco Actual Abril 2017