La alimentación actual, altamente procesada, se ha convertido en la base de nuestra dieta y es lo que más nos enferma. El 70% de nuestra alimentación es comida procesada o ultraprocesada.

La presencia de productos procesados, muy energéticos y ricos en grasas saturadas, azúcares y sal, es cada vez mayor en nuestra dieta, esto es debido a su amplia disponibilidad, su bajo precio, su palatabilidad y las campañas masivas de marketing para promocionar su consumo, sobre todo las campañas dirigidas a la población infantil.

Ante este problema de enormes consecuencias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha llegado a pedir un mayor control de las grandes empresas alimentarias, pues su publicidad tiene efectos tan “desastrosos como efectivos” para promocionar comida con altísimos niveles en sal, azúcar y grasas entre los niños.

La refinada y muy abundante mercadotecnia de la gran industria alimentaria es una poderosa fuerza sociocultural. De hecho, está ya fuera de toda duda académica que la capacidad real de decisión consciente del consumidor es mucho menor de lo que suponemos, y obviamente imagínense cuando hablamos de consumidores infantiles. Esto se vuelve especialmente perverso cuando sabemos que los niños se han  convertido en uno de los «targets» (diana) más interesantes para la industria alimentaria.

publicidad infantil

Se ha estimado que los niños ven una media de 95 anuncios al cabo del día y más de 34.000 anuncios al año. En España, a lo largo de un año se crean alrededor de 5.000 campañas de distintos productos cuyo objetivo era el público infantil.

La población infantil representa, en el mundo, un mercado de 450.000 millones de euros. En el estado español los niños mueven un total de 900 millones de euros al año y ejercen su influencia en la compra familiar sobre un volumen de 6.000 euros al año. Debemos tener en cuenta que la población infantil influencia el 43% de las compras familiares.

Con estas cifras nos damos cuenta de hasta qué punto es importante la población infantil en el mercado y, más concretamente, en el mercado alimentario, y que la industria alimentaria ejerce una presión intensa sobre ella.

No hace falta decir que la población infantil tiene una gran confianza en la publicidad, y no siempre entienden la dimensión persuasiva de la misma. Al no tener la capacidad para detectar esta dimensión, se convierten en un sector altamente vulnerable.

Una vez llegados hasta aquí, recordemos ahora brevemente las cifras de obesidad y sobrepeso infantil del Estado español, y recordemos que ello nos sitúa en el primer lugar del ranquin europeo y en el pódium del mundial. La obesidad está considerada como uno de los principales factores de riesgo de distintas enfermedades crónicas y problemas de salud, como la diabetes tipo II, la hipertensión arterial, la enfermedad coronaria y cerebrovascular y algunos tipos de cáncer. Según las últimas estimaciones, la obesidad explica el 80% de los casos de diabetes del adulto, el 55% de los de hipertensión arterial y el 35% de los casos de enfermedad coronaria.

Según la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), España se sitúa a la cabeza del sobrepeso infantil, y es colíder mundial junto a Estados Unidos. El último estudio ALADINO llevado a cabo en el marco de la Estrategia Naos nos revela unos preocupantes datos, donde podemos observar que el 45,5% de los niños españoles de entre 6 y 10 años tienen exceso de peso.

Todo esto indicaría que en el Estado español, tanto el Gobierno central como los autonómicos deberían seguir las recomendaciones de la OMS para apartar la publicidad de alimentación insana del público infantil, porque son todo menos libre compradores. Pero por si acaso alguien se pregunta si son tan malos los alimentos que se traga la población infantil a través de la publicidad, vamos con algunos datos más.

Empecemos con un dato ilustrativo. Los cereales anunciados con el público infantil como objetivo, tienen, en general, 85% más de azúcar, 65% menos de fibra y 60% más sal que los cereales para adultos. A ello debemos sumarle el hecho de que la población infantil preescolar ve un promedio de 642 anuncios de cereales al año solo en la televisión.

Una investigación llevada a cabo por la Escuela Nacional de Sanidad del Instituto de Salud Carlos III (Madrid) y publicada en julio de 2013 concluyó que más de la mitad (61%) de los anuncios que aparecen en la televisión de España son de alimentos poco saludables, pero que la proporción se eleva a más de dos tercios en el horario de protección especial para la población infantil.

obesidad infantil

Como hemos visto, la publicidad tiene un impacto determinante en las compras de la población. Si la publicidad alimentaria es, básicamente, insana, eso influye en la compra de alimentos insanos y en una dieta insana.

Frente a esto y para proteger a la población infantil, el gobierno español no cuenta como otros países del entorno europeo con regulaciones públicas claras, sino que está haciendo aquello que la industria alimentaria pide, que es justamente un sistema de la autorregulación por vía de acuerdos voluntarios entre las empresas que son similares a las utilizadas previamente por las industrias del tabaco y el alcohol, cuya autorregulación se ha demostrado ineficaz. El instrumento se llama código PAOS (Publicidad, Actividad, Obesidad y Salud), un código voluntario creado por las propias empresas, y además han conformado un jurado que se denomina Autocontrol para dirimir el cumplimiento de este código, conformado también por las corporaciones.

Desde Justicia Alimentaria hemos denunciado incansables veces, y lo volveremos a hacer, el absoluto engaño que supone  este mecanismo y su total ineficacia. Es por esta razón que exigimos  que el Gobierno de una vez  proteja y priorice el derecho a la salud de la población infantil por encima del beneficio de las industrias de la alimentación.

Es urgente y necesaria una  regulación estricta de la publicidad dirigida a la infancia de alimentos y bebidas de bajo perfil nutricional, sustituyendo el Código PAOS  por una normativa de obligado cumplimiento que prohíba la publicidad de productos de bajo perfil nutricional dirigida a la infancia. Que se acabe con la barra libre de la publicidad alimentaria.

Autor: Javier Guzmán, Director de VSF Justicia Alimentaria Global | www.vsf.org.es

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