En España y en el resto de países occidentales los niños y niñas ingieren, de media, entre tres y cuatro veces la cantidad de proteínas que necesitan para crecer y estar sanos.
Esto no es asunto baladí: como nos han inculcado que las proteínas son muy importantes, hemos llegado a creer que “cuantas más, mejor”. Pero no es así.
Las proteínas que no se usan y no se pueden almacenar por estar los depósitos llenos, se queman y se transforman en energía. Esto supone un despilfarro, puesto que para producir energía ya tenemos los hidratos de carbono, que proporcionan energía de forma mucho más eficiente y además sin generar los residuos tóxicos que genera el catabolismo de las proteínas y que van a acabar sobrecargando los riñones.
El exceso de proteínas en la infancia aumenta el riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad
El exceso de proteínas en la infancia aumenta el riesgo de desarrollar sobrepeso y obesidad. Esta obesidad es muy resistente a desaparecer en la edad adulta. Cuando un adulto engorda, sus células grasas aumentan de tamaño, y pueden disminuir con dieta y ejercicio. Pero cuando un bebé o niño engorda, sus células grasas no solo aumentan de tamaño sino que se multiplican en número, y ya nunca desaparecerán. El sobrepeso aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como la hipertensión y la diabetes y de hecho estas enfermedades, que antes solo se empezaban a ver a partir de los 40 años, se están diagnosticando cada vez con más frecuencia en adolescentes y pre-adolescentes.
El origen de las proteínas importa
El peligro no reside solo en tomar muchas proteínas. El problema es que las proteínas que los niños y niñas españoles comen proceden fundamentalmente de fuentes animales (sobre todo carne, embutidos, huevos y mucha, mucha leche). Por tanto, junto con este exceso de proteínas, los niños están tomando mucha grasa saturada, mucho colesterol y muy poca fibra y antioxidantes. El mismo estudio español que mostró que los niños tomaban demasiadas proteínas reveló que el consumo medio de fibra apenas sobrepasaba la mitad de las cantidades mínimas diarias recomendadas.
Reemplazar los alimentos animales por proteínas vegetales como las legumbres, el tofu, las nueces y las semillas disminuiría automáticamente la ingesta de grasa saturada y colesterol y aumentaría la de fibra. Todo esto mejoraría el equilibrio nutricional de la dieta y protegería a los niños y adolescentes de hoy frente a muchas enfermedades que los aguardan mañana.
Documentación de referencia:
Dalmau et al. Análisis cuantitativo de la ingesta de nutrientes en niños menores de 3 años. Estudio ALSALMA. An Pediatr 2015;82:255-66
Autora: Miriam Martínez Biarge, Médico Pediatra.
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