Más allá de las deficiencias dietéticas, las personas adultas afectadas por neofobia alimentaria suelen presentar altos niveles de ansiedad y baja autoestima, especialmente durante la adolescencia y juventud.

La neofobia alimentaria en adultos

Neofobia alimentaria infantil

En un excelente artículo publicado el pasado mes de marzo, la Dra. Miriam Martínez Biarge nos explicaba en qué consiste la neofobia alimentaria infantil: el miedo innato a probar nuevos alimentos que presentan algunos niños y niñas, más allá de las actitudes quisquillosas o caprichosas.

Nada alarmante

Como indicaba la Dra. Martínez, se considera una fase normal en la infancia, entre los 18 meses y los 3 años, aunque con frecuencia se prolonga hasta los 6 o 7 años. En algunas ocasiones, este comportamiento puede llegar a alterar las dinámicas familiares y generar frustración en los progenitores y abuelos. Sin embargo, para muchos expertos en evolución humana, se trataría de una simple cuestión de supervivencia, un comportamiento instintivo primitivo que presentan algunos animales omnívoros, cuyo fin es convertirnos en seres más prudentes y evitar así que podamos ingerir alimentos que sean naturalmente tóxicos, como por ejemplo algunas setas.

Una fase transitoria

Siempre que se trate de una fase transitoria, la neofobia alimentaria en la infancia no es un trastorno psicológico, pero en caso que se prolongue en el tiempo y que pueda poner en riesgo el seguimiento de una alimentación equilibrada, es recomendable consultar con un psicólogo infantil especializado en trastornos de conducta alimentaria, pues la prevención durante la infancia es crucial para evitar posibles desórdenes alimentarios en la edad adulta, ya que el rechazo sistemático de nuevos alimentos, si no se corrige en la infancia, puede acarrear consecuencias muy graves a largo plazo.

Neofobia alimentaria en adultos

En personas adultas el trastorno restrictivo de la alimentación que se caracteriza por el miedo irracional a probar nuevos alimentos es considerado siempre un trastorno patológico, pues va más allá de una simple actitud quisquillosa o de que no guste alguna verdura en concreto. Más allá de las deficiencias dietéticas, las personas adultas afectadas por neofobia alimentaria suelen presentar altos niveles de ansiedad y baja autoestima, especialmente durante la adolescencia y juventud.

Trastornos de ansiedad y carencias nutricionales

Estadísticamente, el porcentaje de afectados es mayor en varones que en mujeres y aunque afortunadamente es mucho menos habitual que en niños, se considera un cuadro complejo que puede acarrear enfermedades graves derivadas de trastornos por ansiedad y por carencias nutricionales por alimentarse de manera deficiente. En estos casos se recomienda no ignorar el problema y realizar un diagnóstico clínico, seguir una terapia de desensibilización a partir de la cual paulatinamente se introduzcan nuevos alimentos, asociándolos a experiencias positivas, hasta lograr consolidar una dieta variada para seguir una pauta alimenticia más equilibrada y, al mismo tiempo, reducir los niveles de ansiedad.

Más allá de las deficiencias dietéticas, las personas adultas afectadas por neofobia alimentaria suelen presentar altos niveles de ansiedad y baja autoestima

Una terapia de desensibilización tiene como objetivo precisamente combatir la ansiedad para evitar la animadversión que causa en el paciente la idea de ingerir ciertos alimentos. Este tipo de terapias deben ser siempre supervisadas por un facultativo.

La neofobia alimentaria en adultos es un trastorno psicológico

A pesar de que esta tipología de trastorno todavía no se ha estudiado lo suficiente, según las primeras evidencias empezaría a desarrollarse durante la primera etapa de la infancia, cuando el bebé destetado genera rechazo a ciertos alimentos, sobre todo, frutas y verduras.

Papel fundamental de la familia

En esta etapa, nuestra familia juega un papel fundamental, ya que según los datos obtenidos en las investigaciones estadísticas, la incidencia de neofobia alimentaria infantil es mínima en aquellos bebés a los que se destetó con alimentos sólidos y en aquellos que fueron expuestos a más variedad de alimentos durante los primeros años de vida. Cómo nos explicó la Dra. Martínez en su artículo en relación a los casos infantiles, la prevención siempre es el mejor tratamiento.

Acostumbrarse a nuevos sabores y texturas es un aprendizaje que se logra mediante la  exposición a una gran variedad de alimentos (la mayor posible), lo cual no consiste únicamente en proporcionar al niño una dieta muy variada, también debe presenciar cómo sus familiares comen con naturalidad gran variedad de alimentos, sobre todo saludables, y así adquirir hábitos muy beneficiosos. En caso de rechazar algún alimento concreto, tampoco es buena idea forzarle a comer, ya que es muy importante que relacione los sabores con experiencias positivas y entender que puede que haya algún sabor en particular que no le guste. En un caso así, no es necesario alarmarse.

Acostumbrarse a nuevos sabores y texturas es un aprendizaje que se logra mediante la exposición a una gran variedad de alimentos

Si los padres presionan a sus hijos para que coman determinados alimentos que de entrada rechazan, esta presión ejercida puede afectar negativamente al estado emocional del niño o niña y provocar niveles de neofobia mayores y que estos persistan a lo largo de los años. En cambio, si desde pequeño el niño o niña se habitúa gradualmente a una dieta variada y equilibrada, rica en frutas y verduras frescas, conseguiremos que forme parte de su selección a la hora de comprar y cocinar en la edad adulta, de esta manera podrá gozar de mejor estado de salud en general y prevenir enfermedades causadas por la falta de variedad (sobre todo en vegetales) en la dieta cotidiana. También se recomienda que los niños participen en la compra y en la cocina para que puedan adquirir hábitos saludables que permanezcan a lo largo de su vida, prevenir que persistan trastornos como la neofobia alimentaria en la edad adulta y contribuir en tener una población más sana.

Autora: Helena Escoda Casas, Licenciada en Historia (UAB)

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Bio Eco Actual Octubre 2020