En los últimos 50 años nuestros hábitos alimentarios han cambiado sustancialmente. La presencia de ultra procesados y alimentos altamente calóricos, pero poco nutritivos, han aumentado considerablemente. Unido a ello, el estilo de vida cada vez más sedentario y la disminución de nuestro nivel de actividad física están provocando que las cifras de personas con sobrepeso y obesidad sean cada vez más elevadas.

Pero este problema no afecta solamente a las personas adultas, sino que los más pequeños lo padecen igualmente. El origen se reduce a una ingesta calórica superior al gasto energético. Aunque en algunos casos, el factor genético o la constitución corporal sea determinante, en la mayoría, el consumo habitual de alimentos muy ricos en azúcar y grasas saturadas suele estar detrás.
Esto puede derivar en problemas de salud más graves como la diabetes, dificultad respiratoria, mayor probabilidad de sufrir obesidad en la edad adulta, riesgo de hipertensión o baja autoestima.
Es importante que dejemos de asociar las recompensas y premios con la comida
Si el ejercicio físico es importante para los adultos, lo es mucho más, si cabe, para los peques. Mejora su desarrollo muscular y fortalece sus huesos, ayuda a mantener niveles normales de azúcar en sangre, mejora la atención y la memoria, unido, además, a que ayuda a regular el peso y reducir la grasa corporal. Junto a ello, será importante que dejemos de asociar las recompensas y premios con la comida. No sólo porque estos premios suelen ser fuente de azúcar o grasas sino porque evitaremos relacionar la alimentación con sentimientos de alegría o tristeza que luego podrían derivar en otros problemas de la conducta alimentaria.
El aumento de frutas y verduras en nuestra alimentación y la de nuestros pequeños es clave. La fruta es fuente de azúcar saludable, fibra, minerales y vitaminas que nuestro cuerpo necesita, es fácil de transportar y de comer. Se convierte así en el sustituto perfecto de la bollería industrial, las galletas u otros snacks que están cada vez más presentes en las meriendas infantiles.
Si el ejercicio físico es importante para los adultos, lo es mucho más, si cabe, para los peques
Ofrecer en las comidas a nuestros hijos e hijas ensaladas, verduras crudas o cocidas, de forma habitual, así como legumbres y cereales integrales en lugar de refinados, y frutas, hará que su dieta sea mucho más variada, nutritiva y equilibrada.
Como padres, nuestra principal responsabilidad será ser un buen ejemplo para nuestros hijos e hijas. Es evidente que lo que no vean en nosotros no lo imitarán, por lo que deberemos hacer de la alimentación saludable y la actividad física un asunto de familia.
Autores: Iván Iglesias, Chef y profesor de cocina vegana y Estela Nieto, psicóloga, Master en psicopatología y salud, y especialista en psiconutrición
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